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EL VERDADERO DIABLO Una Exploración Bíblica |
correo electrónico del autor, Duncan Heaster
Contenido Capítulo 2 - Algunas Enseñanzas Básicas de la Biblia Capítulo 3 - Algunas Implicaciones Prácticas 3-1 Algunas Implicaciones Prácticas Capítulo 4 - Demonios Capítulo 5 - Un Examen de los Pasajes Específicos de la Biblia que Mencionan al Diablo y a Satanás Capítulo 6 - Algunas Conclusiones |
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Algunas veces las palabras originales del texto bíblico se dejan sin traducir ("Mammon", en Mateo 6:24, es un ejemplo arameo de esto). "Satanás" es una palabra hebrea que no se tradujo, que significa "adversario", mientras que "Diablo" es una traducción de la palabra griega "diabolos" que significa un mentiroso, un enemigo o un calumniador. La palabra "Satanás" se ha transferido del hebreo sin traducirla, tal como "Sabaoth" (Santiago 5:4), "Armagedón" (Apocalipsis 16:16) y "Aleluya" (Apocalipsis 19:1-6). Si hemos de creer que Satanás y el Diablo es algún ser externo a nosotros, responsable del pecado, entonces cada vez que nos topemos con estas palabras en la Biblia, tendrían que referirse a esta persona maligna. El uso bíblico de estas palabras muestra que se pueden usar como sustantivos comunes que describen a personas comunes. Este hecho hace imposible razonar que las palabras Diablo y Satanás, según se usan en la Biblia, se refieran en sí mismo a una gran persona o ser inicuo externo a nosotros. J. H. Walton comenta la palabra "Satanás". "Tendríamos que concluir... que no había nada de una naturaleza siniestra" en la palabra original. Las connotaciones negativas de la palabra eran lo que nosotros llamamos 'un desarrollo secundario' como un 'uso técnico'. Surgieron más bien en las interpretaciones de hombres que del texto bíblico mismo. Él continúa: "Basados en el uso del término "Satanás" en el A. T., tendríamos que concluir que Israel tenía poco conocimiento de un ser llamado Satanás o del jefe de los demonios, el Diablo, durante el período del A. T." (1). Esto, por supuesto, resalta el hecho de que la idea popular acerca del Diablo creció con el tiempo, y requiere que se le vuelva a leer en los textos del Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento en sí mismo simplemente no declara ninguna doctrina acerca de Satanás como un ser personal. ¿Cómo es que ellos serían dejados en ignorancia respecto a este asunto, si existiera semejante ser y Dios presumiblemente desea informarnos acerca de él y salvarnos de él? ¿Cuánto esfuerzo hizo Dios para salvar a su pueblo de un Satanás personal, si en todo el entero Antiguo Testamento él nunca les habló de él? Debería notarse que en casi todos los casos en el Antiguo Testamento de la palabra "Satanás" se refieren a un adversario del pueblo más bien que a Dios. La descripción de "Satanás" oponiéndose a Dios difícilmente tiene base bíblica. George Lamsa creció en una remota parte de Kurdistán, que hablaba un lenguaje similar al arameo de los tiempos de Jesús, y que había sobrevivido virtualmente sin cambios. Él se trasladó a los Estados Unidos y llegó a ser un académico, escribiendo más de 20 libros de investigación lingüística y bíblica. Significativamente, él llegó a la conclusión que la idea de un Satanás personal era desconocida para los escritores bíblicos, y que los cristianos occidentales han formado su concepto de él basándose en una seria tergiversación de los pasajes bíblicos, no entendiendo el significado original de la palabra "Satanás" y los modismos relacionados que la acompañaban. Considere algunas de sus conclusiones en esta área: "Satanás" es muy común en el habla aramea y arábica. A veces un padre puede llamar "Satanás" a su propio hijo sin ninguna mala intención. Además, a un hombre ingenioso también se le llama "Satanás" (arábico shitan (2). "Los orientales a menudo dicen en sus conversaciones: "Él ha sido un Satanás para mí", lo que significa que él me ha causado que yo yerre o me engañe" (3). La Palabra "Satanás" en la Biblia
1 Reyes 11:14 consigna que "Jehová suscitó un adversario [la misma palabra hebrea que en otro pasaje se ha traducido como "Satanás"] a Salomón: Hadad edomita". "Dios también levantó por adversario [otro Satanás] contra Salomón a Rezón... Y fue adversario [un Satanás] de Israel" (1 Reyes 11:23, 25). Esto no significa que Dios envió una persona sobrenatural o ángel para que fuera un Satanás / adversario para Salomón; él levantó hombres comunes. Una palabra relacionada ocurre en Génesis 25:21; un pozo fue llamado "Sitna" שטנה, porque el pozo había sido un lugar de contención / oposición. Mateo 16:22, 23 provee otro ejemplo. Pedro había estado tratando de disuadir a Jesús de subir a Jerusalén a morir en la cruz. Jesús se volvió y le dijo a Pedro: "¡Quítate de delante de mí, Satanás!... no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres". Así, a Pedro se le llamó un Satanás. El relato es clarísimo de que Cristo no estaba hablando a un ángel o monstruo cuando dijo esas palabras; estaba hablando a Pedro. Debido a que la palabra "Satanás" sólo significa un adversario, una buena persona, incluso Dios mismo, puede ser denominado como un "Satanás". Por lo tanto, la palabra "Satanás" no se refiere necesariamente al pecado. Las connotaciones pecaminosas que tiene la palabra "Satanás" se deben en parte al hecho que nuestra propia naturaleza pecadora es nuestro mayor "Satanás" o adversario, y también se debe al uso de la palabra en el idioma del mundo para referirse a algo relacionado con el pecado. Dios mismo puede ser un Satanás para nosotros por medio de traer pruebas a nuestra vida, o por interponerse en el camino de un curso de acción equivocado en el cual podemos estar embarcándonos. Pero el hecho de que a Dios se le puede llamar un "Satanás" no significa que él mismo sea pecador. Un ángel de Dios, de pie en el camino amurallado, se opuso al inicuo Balam como un adversario o Satanás contra él, de manera que su asno no podía pasar (Números 22:22). Esto muestra que un ser bueno puede actuar como un Satanás contra una persona. Curiosamente, la Septuaginta traduce esto con la palabra endiaballein, "poner algo atravesado en el camino de uno"; un diabolos es una persona que realiza este acto. La misma idea se repite en el Nuevo Testamento, donde Jesús describe a Pedro como un tropiezo que estaba atravesándose en su camino a la cruz, y de este modo Pedro es un "Satanás" (Mateo 16:23). Los libros de Samuel y Crónicas son relatos paralelos de los mismos incidentes, así como los cuatro evangelios son relatos de los mismos acontecimientos, pero usando una diferente redacción. 2 Samuel 24:1 consigna: "Jehová... incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel" a fin de hacerlo tomar un censo de Israel. El relato paralelo de 1 Crónica 21:1 dice que "Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David" para que tomara el censo. En un pasaje es Dios el que "induce" a David; en el otro es Satanás el que lo hace. La única conclusión es que Dios actuó como un "Satanás" o adversario contra David. Lo mismo hizo con Job al traerle tribulaciones a su vida, por lo que Job dijo de Dios: "Con el poder de tu mano me persigues" (Job 30:21). 'Estás actuando como un Satanás en mi contra', fue lo que Job estaba diciendo básicamente. O también, hablando de Dios: "Debo apelar a la misericordia a mi acusador" (Job 9:15 NRSV). La traducción Septuaginta del Antiguo Testamento usa la palabra griega diabolos para traducir el término hebreo "Satanás". De ahí que Diablo y Satanás sean efectivamente paralelos en significado. De este modo, leemos en la Septuaginta (1 Samuel 29:4) que David era un adversario [Heb. Satan, Gr. Diabolos]; los hijos de Sarvia (2 Samuel, Hadad, Rezón y otros opositores a Salomón (1 Reyes 5:4; 11:14, 23, 25). Nosotros enfrentamos una sencilla elección; si creemos que toda referencia a "Satanás" o "Diablo" se refiere a un ser cósmico maligno, entonces tenemos que estas personas no eran personas en absoluto, y que incluso hombres buenos como David eran malignos. La lectura mucho más natural de estos pasajes es sin duda que "Satanás" es simplemente una palabra que significa "adversario", y que puede aplicarse a personas [buenas y malas], e incluso a Dios mismo; como palabra, no conlleva ningún significado peyorativo siniestro. La idea se usa algunas veces para describir a nuestro mayor adversario, es decir, a nuestro propio pecado, y a veces a sistemas o imperios completos que se levantan en contra del pueblo de Dios y personifican la pecaminosidad y la maldad. Pero parece obvio que es un extraño enfoque de la lectura bíblica insistir en que cada vez que encontramos estas palabras, "Satanás" y "Diablo", hemos de entenderlas como referencias a un ser personal sobrenatural. Al revisar las referencias a ha-Satan ("el adversario") en el Antiguo Testamento, es significativo que varias de ellas ocurren en el contexto de la vida de David. Hubo un incidente donde David se comportó de forma engañosa con los filisteos con quienes él vivió en un tiempo, y a él se le describe como "un Satanás" para ellos (1 Samuel 29:4). Ese es otro ejemplo en que la palabra "Satanás" no tiene necesariamente una connotación maligna; un buen hombre puede ser un adversario, tal como lo fue Pedro (Mateo 16:21-23), y Dios mismo puede serlo (2 Samuel 22:4). Pero encontramos que David y su dinastía fueron afligidos por satanases, adversarios, desde aquel entonces y en adelante. La palabra se usa en seres humanos que eran adversarios para ellos en 2 Samuel 19:22; 1 Reyes 5:4, 18; 11:14-22, 25; Salmos 109:6, 20 (Heb. "Ellos decían", "Nombra un hombre inicuo contra él, que un acusador [Satan] esté a su diestra". A los enemigos de David se les llama ישטנוני [una palabra relacionada con "Satanás"] en Salmos 38:20; asimismo שטן en Salmos 71:13; y שטנונ en Salmos 109:4. Todas estas palabras están relacionadas con "Satanás". Note que se declara que fue Dios quien indujo a los hombres a que fueran "Satanás" para David y Salomón; cualquier posición que tomemos acerca de "Satanás", claramente éste se halla bajo el control directo de Dios y no en libre oposición a él. La Palabra "Diablo" en la Biblia
La palabra "Diablo" también es una palabra común y no un nombre propio. Sin embargo, a diferencia de "Satanás", siempre se usa en un mal sentido. Jesús dijo: "¿No os he escogido yo a vosotros los doce [discípulos], y uno de vosotros es diablo? Hablaba de Judas Iscariote..." (Juan 6:70) el cual era un hombre mortal común. Él no estaba hablando de un ser personal con cuernos, o un así llamado "ser de espíritu". La palabra "Diablo" aquí simplemente se refiere a un hombre inicuo. 1 Timoteo 3:11 provee oreo ejemplo. Las esposas de los élderes de la iglesia no habían de ser "calumniadoras"; la palabra griega original aquí es "diabolos", que es la misma palabra que en otro pasaje se ha traducido como "Diablo". De modo que Pablo advierte a Tito que las ancianas de la iglesia no debían ser "calumniadoras", o "Diablos" (Tito 2:3). Y también le dijo a Timoteo (2 Timoteo 3:1, 3) que "en los postreros días... habrá hombres... calumniadores [Diablos]". Esto no significa que los seres humanos se convertirán en seres sobrehumanos, sino que serán cada vez más inicuos. Por todo esto debería ser suficientemente claro que las palabras "Diablo" y "Satanás" no se refieren a un ángel caído o a un ser pecaminoso externo a nosotros. El Pecado, Satanás y el Diablo En el Nuevo Testamento, las palabras "Satanás" y "Diablo" a veces se usan de manera figurada para describir las tendencias pecaminosas naturales que se hallan dentro de nosotros, de las cuales hablamos en la sección anterior. Hago hincapié en la frase "a veces", porque hay muchos casos de palabras que éstas simplemente se refieren a una persona que está actuando como un adversario. Pero nuestro gran Satanás / adversario es el pecado humano y la disfunción, y por eso es apropiado que a veces estos elementos lleguen a describirse como el gran "Satanás", o "adversario". Nuestros deseos son engañosos (Efesios 4:22), y por lo tanto el Diablo o "engañador" es una forma apropiada de describirlos. Están personificados, y como tal, se puede hablar de ellos como "el Diablo", nuestro enemigo, un calumniador de la verdad. Así es nuestro "hombre" natural, el "verdadero Diablo". La conexión entre el Diablo y nuestros malos deseos --el pecado dentro de nosotros-- queda explícito en varios pasajes: " Por tanto, ya que ellos [nosotros] son de carne y sangre, él [Jesús] también compartió esa naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte --es decir--, al diablo" (Hebreos 2:14 NVI). Al Diablo se le describe aquí como responsable de la muerte. Pero "la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Por lo tanto, el pecado y el Diablo deben ser paralelos. De manera similar, Santiago 1:14 dice que lo que nos tienta son nuestros malos deseos, que nos llevan a pecar y, por lo tanto, a la muerte. El mismo versículo dice que Jesús tenía nuestra naturaleza a fin de destruir a Diablo. Contraste esto con Romanos 8:3: "Dios... enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado [es decir, en nuestra naturaleza humana]... condenó al pecado en la carne". Esto muestra que el Diablo y las tendencias pecaminosas que se hallan de manera natural dentro de la naturaleza humana son efectivamente lo mismo. Es vitalmente importante entender que Jesús fue tentado tal como nosotros. Entender mal la doctrina acerca del Diablo significa que no podemos apreciar correctamente la naturaleza y obra de Jesús. Fue sólo porque Jesús tenía nuestra naturaleza humana --el "Diablo" dentro de nosotros-- que nosotros podemos tener la esperanza de salvación (Hebreos 2:14-18; 4:15). Al vender los deseos de su propia naturaleza Jesús pudo destruir al Diablo en la cruz (Hebreos 2:14). Si el Diablo es un ser personal, entonces él ya no debería existir. Hebreos 9:26 dice que Cristo se presentó "por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado" Hebreos 2:14 equipara esto con la declaración de que por medio de su muerte Cristo destruyó al Diablo en sí mismo. Por su muerte, Jesús, en prospectiva, destruyó "el cuerpo del pecado" (Romanos 6:6), es decir, la naturaleza humana con su potencial para pecar en nuestro cuerpo mismo. "El que practica el pecado es del diablo" (1 Juan 3:8), porque el pecado es el resultado de ceder a nuestros malos deseos naturales (Santiago 1:14, 15), a los cuales la Biblia llama "el Diablo". "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Juan 3:8). Si estamos en lo correcto al decir que el Diablo es nuestros malos deseos, entonces las obras de nuestros malos deseos, es decir, el resultado de ellos, son nuestros pecados. Esto está confirmado por 1 Juan 3:5: "Él [Jesús] apareció para quitar nuestros pecados". Esto confirma que "nuestros pecados" y "la obras del Diablo" son lo mismo. Hechos 5:3 provee otro ejemplo de esta conexión entre el Diablo y nuestros pecados. Pedro dice a Ananías: "¿Por qué llenó Satanás tu corazón?". Luego, en el versículo 4, dice Pedro: "¿Por qué pusiste [concebiste KJV] esto en tu corazón?" Concebir algo malo dentro de nuestro corazón es lo mismo que Satanás llene nuestro corazón. Si nosotros mismos concebimos algo, por ejemplo, un plan pecaminoso, entonces empieza dentro de nosotros. Note que cuando Pedro habla de cómo Ananías "concibió esto en tu corazón, él está aludiendo a Ester 7:5, en la Septuaginta, donde al inicuo Amán se le describe como uno "que ha ensoberbecido su corazón" para abusar del pueblo de Dios (véase RV). Note al pasar que la Septuaginta de Ester 7:4 habla de Amán como ho diabolos [con el artículo definido]; un simple hombre al que se le llama "el Satanás". Se ha sugerido que la expresión "Satanás llena el corazón" era una frase común en el primer siglo para exculpar al pecado humano; y Pedro está deconstruyéndolo al usar la frase y entonces define más precisamente a qué se refiere: concebir el pecado en nuestro corazón, nuestro propio corazón se llena de pecado. Isaías 59:13 define al acto de mentir como "concebir y proferir de corazón palabras de mentiras [falsedad KJV]". Si una mujer concibe un hijo, éste no existe fuera de ella; empieza dentro de ella. Santiago 1:14, 15 usa la misma expresión al describir cómo nuestros deseos conciben y dan a luz el pecado, lo cual produce la muerte. Salmos 109:6 presenta un paralelismo entre una persona pecadora y un "Satanás": "Pon sobre él al impío, y Satanás esté a su diestra", es decir, con dominio sobre él (compare con Salmos 110:1). Resulta un ejercicio interesante leer atentamente la carta de Santiago y notar con cuánta frecuencia se nos advierte acerca de nuestros procesos internos del pensamiento; controlarlos y someterlos a la influencia del Señor es la esencia de seguirlo. Santiago 2:4 sería un ejemplo obvio; cuando vemos a un creyente bien vestido no hemos de juzgarlo "en nuestro interior" como un juez que tiene malos pensamientos, como un juez injusto (véase R.V.). No deberíamos engañarnos a nosotros mismos en nuestro interior (Santiago 1:22), nuestra mente no ha de olvidar inmediatamente las verdades que encontramos en la palabra de Dios (Santiago 1:25). No hay ninguna mención de una fuente externa de pecados como la idea que comúnmente se sostiene acerca de Satanás. Pablo se refiere tanto a judíos como a gentiles que todos están "bajo pecado" (Romanos 3:9), lo cual en sí mismo sugiere que él vio el "pecado" personificado como un poder. Si los escritores bíblicos efectivamente personificaron al pecado, ¿qué verdadera objeción puede haber respecto a la idea de que esta personificación fuera en los tiempos referidos como "Satanás", el adversario? Se ha sostenido que Pablo estaba muy consciente del concepto del dualismo que los judíos habían recogido en la cautividad babilónica, es decir, la idea de que hay un dios "Satanás" opuesto al verdadero Dios; pero él re-aplica esos términos al conflicto que él tan a menudo describe que existe entre la carne y el espíritu, el cual se desarrolla dentro de la mente humana (4). En todo el Antiguo Testamento hay el mismo mensaje básico: que el corazón humano es la fuente de desobediencia a Dios. Los Proverbios destacan especialmente la necesidad de dar seria atención al estado del corazón. La mente humana es el escenario del conflicto espiritual. David señala cómo la "trasgresión" habla desde lo profundo del corazón de los inicuos, incitándolos a pecar (Salmos 36:1 NRSV). El Nuevo Testamento desarrolla aún más esta idea llamando nuestro enemigo / adversario / oponente al elemento no espiritual que se halla en el "corazón del hombre". La estrella pop inglesa Cliff Richard expresó esta conexión entre el Diablo y la mente humana en una de sus bien conocidas canciones: "Ella es una mujer diabólica, con el mal en su mente". Yo describiría al "Diablo" como el "eco" que observo que pasa por mi mente, y estoy seguro que Ud. has tenido la misma experiencia. "Creo en Dios", pensamos, y entonces vuelve un eco. "Sí, pero... ésta él realmente allá afuera? Tal vez sólo estoy convirtiendo en realidad las expectativas de lo que enseñaron en casa". O, "bien, debo ser generoso con esa causa. Bien, les daré algo de dinero". Y el eco vuelve. "Sí, pero, ¿qué tal si no son sinceros? ¿Realmente puedes hacerlo? Tienes que ser cuidadoso con tu dinero". Es este "eco" el "Diablo" de la Biblia. Personificación La respuesta a lo que he dicho podría ser fácilmente: "¡Pero el Diablo habla como si fuera una persona!". Y eso es bastante correcto; Hebreos 2:14 habla de aquel "que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo". Incluso sólo un poco de lectura bíblica muestra que a menudo se usa la personificación; hablar de una idea abstracta como si fuera una persona. Es así como Proverbios 9:1 habla de una mujer llamada "Sabiduría" que construye una casa. Proverbios 20:1 compara el vino a un "escarnecedor", y Romanos 6:23 asemeja el pecado a un oficial pagador que paga el salario de muerte. Nuestro Diablo, el "diabolos", a menudo representa a nuestros malos deseos. Muy al comienzo de las Escrituras enfrentamos la idea de la necesidad de una lucha interna contra el pecado. El "pecado" se describe como que "está a la puerta acechando como fiera que te codicia, [Moffatt: "ansioso de estar contigo"] y a quien tienes que dominar" (Génesis 4:7 Biblia de Jerusalén). Esto a su vez está aludiendo seguramente a la primera descripción de una lucha entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente, el pecado (Génesis3:16). No obstante, no se puede tener un diabolismo abstracto; los malos deseos que están en el corazón de un hombre no pueden existir separadamente de un hombre; por lo tanto, "el Diablo" se personifica. A menudo se personifica al pecado como un gobernante (por ejemplo, Romanos 5:21; 6:6, 17; 7:13-14). Por lo tanto, es entendible que también se personifique al "Diablo", ya que la expresión "el Diablo" también se refiere al pecado. De la misma manera, Pablo habla de que nosotros tenemos dos seres, por decirlo así, dentro de nuestra carne (Romanos 7:15-21): el hombre de la carne, "el Diablo", lucha con el hombre del espíritu. No obstante, es evidente que no hay dos seres personales literales dentro de nosotros. Estas tendencia pecaminosa de nuestra naturaleza está personificada como "el maligno" (Mateo 6:13 NVI). El Diablo de la Biblia. La misma frase griega que aquí se tradujo como "maligno", se ha traducido como "perverso" en 1 Corintios 5:13, mostrando que cuando una persona cede al pecado, su "maligno" --o sea, él mismo-- se convierte en un "maligno", o un "Diablo". Incluso en el Antiguo Testamento, al pecado se le personifica como "Belial" (1 Samuel 2:12. Ciertamente se debe aceptar que "Diablo" y "Satanás" se usan para personificar al pecado, porque si leemos estas palabras siempre significando un ser literal, entonces tenemos serias contradicciones. Porque "el Diablo" es un león (1 Pedro 5:8), un cazador (2 Timoteo 2:26) y una serpiente (Apocalipsis 12:9); no puede ser todas estas cosas. Sea el Diablo lo que sea (y nosotros creemos que esencialmente se refiere al pecado humano), se le ha personificado de diversas maneras. Como J. B. Russell concluye: "El Diablo es la personificación del principio del mal" (5). El mal y el pecado nunca son abstractos. Se deben entender en función de las acciones y sufrimiento de las personas; y también es muy apropiado y natural que el pecado sea personificado. Como dice Iván a Alyosha en Los Hermanos Karamazov, "Yo pienso que si el Diablo no existe, sino que el hombre lo ha creado, él lo ha creado a su propia imagen y semejanza" (6). El Antiguo Testamento, junto con el Nuevo Testamento en realidad, personifica el mal y el pecado. Sin embargo, Edersheim define las razones para creer que, a medida que se desarrollaba el judaísmo rabínico durante el exilio en Babilonia, esta personificación del mal se llegó a extender en los escritos judíos a tal punto que se empezó a hablar del pecado y el mal como seres independientes. Y, por supuesto, podemos entender por qué sucedió esto, a fin de reducir la brecha entre el judaísmo y la creencia babilónica circundante en tales seres. Edersheim muestra como el entendimiento bíblico de la yetzer ha'ra, la inclinación pecaminosa que hay dentro de la humanidad, llegó a entenderse como un ser personal maligno llamado "el tentador" (7). Ya hemos mostrado en la sección 1-1-1 cómo los judíos llegaron a ser influenciados por ideas paganas acerca de Satanás mientras se hallaban en cautividad. Otra razón por la que al pecado y al mal se les personifica es porque la suma total del mal en la tierra es un tanto mayor que todos sus componentes. Una razón de esto puede ser, como señaló M. Scott Peck en varios de sus populares libros, que la moralidad humana de grupo es notablemente menor que la moralidad individual. El mal colectivo, por ejemplo, una turba de linchamiento, alcanza un mayor nivel que el de las personas individuales de la turba. Da lo mismo, la naturaleza colectiva del mal no está desconectada del mal o del pecado que hay dentro de cada persona individual, aun cuando es definitivamente mayor que eso. Y, por lo tanto, puede ser caracterizado apropiadamente por medio de la personificación. Tal como una compañía, una institución, un Gobierno puede tener alguna clase de "personalidad" mayor que la de todas las personas individuales que lo componen, así ocurre con el pecado y el mal humano. Miramos los horrores del holocausto nazi y nos preguntamos cómo el pecado humano individual podría ser responsable de eso, porque el logro total del mal en él parece muchísimo mayor que todo el mal que había en la gente que vivía en Europa en los años 1930 y 1940 puesto junto. La resolución de esta observación no es que exista un Diablo externo que lo orquestó. Más bien, la suma total de cualquier grupo de gente, espíritu de vida y humanidad, es a menudo mayor que la suma de las partes individuales. N. T. Wright señaló precisamente lo mismo: "El mal es verdadero y poderoso. No sólo está "ahí afuera" en otra gente, sino que está presente y activo dentro de cada uno de nosotros. Lo que es más, "el mal" es más que la suma total de todos los impulsos y acciones. Cuando los seres humanos adoran aquello que no es de Dios, ellos dan autoridad a las fuerzas de destrucción y malevolencia, y esas fuerzas ganan un poder, colectivamente, que, por siglos de experiencia cristiana, ha causado que gente sabia lo personifique dándole el nombre de "Satanás, el adversario (8). Psicólogos cristianos de tiempos recientes han analizado por qué se personifica al pecado. Ellos concluyen que dar una gran cantidad de mandatos correcto / incorrecto, sí / no difícilmente sería la forma de traer a una persona al desarrollo espiritual holístico. Es por eso que había un ritual de purificación del pecado y de la culpa por medio del sacrificio sangre. No era que la sangre de animales pudiera quitar el pecado; ni era eso lo que Dios necesitaba. Pero era un útil mecanismo didáctico para el pueblo, para que ellos pudieran ver de manera más potente la naturaleza, seriedad y costo del pecado. Un enfoque visual es siempre útil, especialmente teniendo en mente que durante siglos la mayoría del pueblo de Dios han sido iletrados. Y es por eso que al pecado y al mal se les ha dado algún nivel de simbolismo en la Biblia, especialmente la personificación, por cuanto el pecado es supremamente relevante con las personas (9) Creo que es por eso que en el ritual del Día de Expiación, el chivo expiatorio huía al desierto llevando los pecados de Israel. A medida que el nervioso animal era observado por miles de ojos, miles de mentes imaginaban que sus pecados estaban siendo quitados. Y el mismo principio se aplicó en la curación del esquizofrénico Legión; el Señor Jesús causó que los cerdos se precipitaran al lago, no porque realmente estuvieran poseídos por demonios, sino como una aide memoire para el sanado Legión de su enfermedad, todas sus percibidas personalidades ya no existían más. La personificación es muchísimo más popular en griego y hebreo (los principales idiomas en los que se escribió la Biblia) que en inglés o castellano. "En un idioma [por ejemplo, griego antiguo] que no hace ninguna diferencia formal entre lo animado y lo inanimado, y que no tiene convencionalismos como la mayúscula inicial para un nombre propio, ¿dónde puede trazarse la línea entre un sustantivo abstracto y su personificación?" (10). Es necesario que aquellos que creen en un personaje como el Satanás tradicional consideren si la Biblia usa la personificación; y si se personifica al pecado; y si el pecado es el gran Satanás / adversario / enemigo humano o no? La respuesta a esas preguntas realmente tiene que ser "sí, señor". Porque como ha señalado correctamente un académico en el campo de la lingüística: "La personificación del pecado [es] una característica prominente en el habla humano en cualquier idioma y particularmente en el lenguaje bíblico" (11). En este caso, ¿por qué debería haber cualquier razonable objeción a lo que estamos sugiriendo, que el término "Satanás" en la Biblia a veces se refiere a una personificación del pecado? G . P. Gilmour, que en un tiempo fue rector honorario de la McMaster University del Canadá, compartió esta perspectiva. Sus reflexiones merecen citarse: "El Diablo proporciona para nuestra mente la idea de un foco o personificación del mal... aquí estamos lidiando con el difícil lenguaje no sólo de la metáfora, sino de la personificación. La personificación es una necesidad del pensamiento y del habla, para pensadores sofisticados y sencillos por igual; pero sólo los sofisticados hacen un alto para preguntarse qué están ellos haciendo" (12). Dostoievski entendió muy profundamente todo esto cuando creó un diálogo ficticio entre el Diablo e Iván en Los Hermanos Karamazov. Dostoievski hace que el Diablo le diga a Iván: "Tú no eres alguien aparte, tú eres yo. Tú eres yo y nada más". A lo cual Iván replica: "Tú eres la encarnación de mí mismo, pero sólo de un lado de mí... de mis pensamientos y sentimientos, pero sólo del más repugnante y estúpido de ellos... Tú eres yo, con un rostro diferente. Tú sólo dices lo que yo pienso; ¡eres incapaz de decir nada nuevo!" (Parte 4, Cap. 9). Dostoievski estaba tratando a su propia manera de deconstruir la existencia del Diablo como una entidad personal separada. El "Diablo" y "Satanás" en un Contexto Político
Estas palabras, "Diablo" y "Satanás", se usan también para describir al sistema mundial pecaminoso y perverso en el que vivimos. Las jerarquías sociales, políticas y seudoreligiosas del género humano se pueden referir en función del "Diablo". El Diablo y Satanás en el Nuevo Testamento a menudo se refieren a los poderes políticos y sociales de los sistemas judíos o romanos. Así leemos que el Diablo arrojó a los creyentes a la cárcel (Apocalipsis 2:10), refiriéndose a las autoridades romanas que encarcelaban a los creyentes. En este mismo contexto, leemos que la iglesia en Pérgamo se hallaba situada donde estaba el trono de Satanás, es decir, la sede de gobierno de una colonia romana en Pérgamo, donde había también un grupo de creyentes. No podemos decir que Satanás mismo, si es que existiera, tenía personalmente un trono en Pérgamo. La Biblia recalca reiteradamente que la autoridad política humana, las autoridades civiles, etc., las establece Dios, y derivan su poder de él (Romanos 13:1-7; 1 Pedro 2:13-17); nunca se dice que derivan su autoridad de "Satanás". Sin embargo, se les puede llamar "Satanás" en el sentido que a veces son adversarios de su pueblo. El pecado individual se define como una trasgresión de la ley de Dios (1 Juan 3:4). Pero el pecado expresado de manera colectiva como una fuerza política y social opuesta a Dios es una fuerza más poderosa que la de personas individuales; es este poder colectivo que a veces se personifica como un ser poderoso llamado el Diablo. En este sentido, Irán y otras potencias islámicas han llamado a los Estados Unidos "el Gran Satanás", es decir, el gran adversario para la causa de ellos en términos políticos y religiosos. Así es como las palabras "Diablo" y "Satanás" se usan a menudo en la Biblia. Y de nuevo repito el camino de la lógica usado en unos pocos párrafos anteriores: 1) ¿Se ha personificado al pecado? Claramente sí. 2) ¿Es cierto que la palabra "Satanás" se puede usar como un sustantivo? Sí, lo es. Por lo tanto, ¿qué verdadero problema puede haber en aceptar que el pecado se ha personificado como nuestro enemigo / Satanás? El mundo se personifica a menudo en las cartas y el evangelio de Juan (véase R. V.); ¿qué mejor título para esta personificación que "Satanás" o "el Diablo"? Sin embargo, más de una mente reflexiva ha señalado que el mal total del mundo resulta con demasiada frecuencia mayor que la suma total de todo el pecado / mal personal e individual que se ha cometido y se halla latente dentro de cada persona. En este contexto, oigamos nuevamente a Tom Wright: "Todas las instituciones corporativas tienen una clase de alma corporativa, una entidad que es mayor que la suma de sus partes... las compañías industriales, los gobiernos o incluso (Dios nos libre) las iglesias pueden llegar a ser tan corruptas por el mal que la expresión "posesión" a un nivel corporativo resulta la única forma de explicar los fenómenos que vemos" (13). De la misma manera en que a medida que grupos colectivos de personas de algún modo logran una identidad mayor que la suma de la contribución individual de cada persona, así yo sostengo que ocurre con el mal / pecado en nuestro mundo que es mayor que la suma de lo que cada persona individual contribuye a su formación. Pero de la misma manera en que no hay ningún "fantasma de la máquina", así estos fenómenos no significan que realmente hay un ser personal sobrehumano llamado "Satanás". Pero sería bastante adecuado usar el término "el Satanás", el adversario, para describir esta corporación del "pecado", de alcance global, que nosotros observamos. Porque nuestro gran enemigo no sólo es nuestra propia pecaminosidad personal, sino también la clase de pecado corporativo que existe en nuestro mundo. La obra de Arthur Koestler, El Fantasma de la Máquina, analiza la progresiva autodestrucción de la humanidad en la historia, e intenta abordar el problema de cómo el mal total del mundo es simplemente tan enorme (14). Él adopta la perspectiva de que no hay un Satanás responsable, sino más bien que la mente humana se ha desarrollado progresivamente en el mal de manera que los impulsos de odio, ira, etc., subyugan --y progresivamente se vuelven dominantes-- sobre lo que él llama "lógica cognitiva", es decir, hacemos lo que sabemos que es imprudente, ilógico y equivocado. En conclusión, es probablemente cierto decir que en este tema, más que en ningún otro, es vital basar nuestro entendimiento en un concepto equilibrado de la Biblia como un todo, y no construir doctrinas sobre unos pocos versículos que contienen frases llamativas que parecen referirse a las creencias comunes referente al Diablo. Se sostiene que la posición doctrinal bosquejada aquí es la única forma de poder tener un entendimiento razonable de todos los pasajes que se refieren al Diablo y a Satanás. Yo sostengo que es la llave que abre cada cerradura. Algunos de los pasajes que por lo general son los más mal entendidos, los cuales se citan en apoyo de las ideas populares, se examinan en el capítulo 5. Notas (1) J.H. Walton, "La Serpiente", en T.D. Alexander and D.W. Baker, eds, Dictionary
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