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EL VERDADERO DIABLO Una Exploración Bíblica |
correo electrónico del autor, Duncan Heaster
Contenido Capítulo 2 - Algunas Enseñanzas Básicas de la Biblia Capítulo 3 - Algunas Implicaciones Prácticas 3-1 Algunas Implicaciones Prácticas Capítulo 4 - Demonios Capítulo 5 - Un Examen de los Pasajes Específicos de la Biblia que Mencionan al Diablo y a Satanás Capítulo 6 - Algunas Conclusiones |
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4-2-2 Estudio de un caso: Resef Ahora quiero recopilar gran parte de lo que he estado diciendo para considerar a un demonio en el que muchos creen y que se llama Resef. A él se le menciona por nombre en un documento hallado en lugares tan dispares como Mari, Ugarit, Egipto, Chipre y Cartago. Esto indica la popularidad de la creencia en él entre los vecinos de Israel; vecinos que constantemente tentaban a Israel para que aceptara sus creencias, de ahí la alusión de Dios a Resef por medio de los profetas. Se pensaba que él era responsable de las plagas y la muerte violenta. Un diccionario lo define como: "Probablemente un dios de la guerra. Señor de la Flecha. Lleva cuernos de gacela en su casco. Destruye masivamente a los hombres por medio de guerra y plagas. Es el porteador de la diosa del sol Shepesh (esto parece asemejarse a Kamael de los hebreos). También se le llama Mekal (Aniquilador), y podría estar relacionado con el Miguel (Mikal) hebreo quien también es un dios de la guerra (arcángel)". De este modo, quedó establecido como el demoníaco pagano equivalente a Miguel el ángel que defendió a Israel (Daniel 12:1). Había una difundida creencia en este demonio en todas las naciones que rodeaban a Israel (1). Tan común era esta creencia que podríamos esperar una denuncia específica de su existencia de parte de Yahvéh. Pero no es así. Leemos acerca de Resef en el texto hebreo de la Biblia; y siempre Yahvéh está demostrando que lo que se supone que hace Resef, en realidad el responsable es Dios. Los milagros de las plagas y la destrucción obrados por Yahvéh durante el Éxodo, las naciones circundantes los habrían atribuido al demonio Resef; a sus ojos, tales cosas eran exactamente lo que él hacía. Pero el relato bíblico se esfuerza por enfatizar que las naciones se vieron obligadas a reconocer que Yahvéh Dios de Israel había hecho estas cosas, y llegaron a temer su nombre; y de este modo, se mostró que Resef no tenía existencia ni poder. Comentando respecto a los milagros del Éxodo, Habacuc 3:5 describe cómo "delante de su rostro [Yahvéh manifiesto en el ángel del Éxodo] iba mortandad, y a sus pies salían carbones encendidos [y a sus pies Resef - Biblia de Jerusalén, nota al pie]". Estar a los pies de alguien es un modismo hebreo para referirse a la humillación y destrucción. A Israel se le estaba enseñando que en el Éxodo, la credibilidad de la existencia de Resef había sido destruida; las cosas (por ej., la peste) que se suponía las hacía él, muy evidentemente las había hecho Yahvéh Dios de Israel. Note cómo en Habacuc 3:4 es Dios, manifestado en el ángel Miguel quien sacó a Israel de Egipto, el cual tenía "cuernos" y que era responsable de la destrucción masiva de Egipto y las naciones cananeas. Primero que nada, se habría pensado que la súbita destrucción y plagas en Egipto era la obra de Resef. Pero Salmos 78:48-49 comenta esto: "[Él - aquí es donde debiera estar el énfasis] entregó al pedrisco sus bestias, y sus ganados a los rayos [a Resef]. [Él] envió sobre ellos el ardor de su ira [no la ira de furiosos demonios]; enojo, indignación y angustia, un ejército de ángeles destructores". La idea de que Resef tenía el poder de hacer estas cosas por su propia voluntad queda totalmente ridiculizada y expuesta como pura fantasía. Los espiritualmente débiles dentro de Israel habrían sido tentados a creer en la existencia de Resef. La súbita destrucción del ejército asirio en las afueras de Jerusalén quizás habría parecido como la obra de Resef. Pero Salmos 76:3 comenta: "Allí [en el campo de batalla, véase contexto] [Dios] quebró las saetas del arco [a Resef]". Nota: (1) Véase R.K. Harrison, “Demonology” in Merril Tenney, ed., The Zondervan Encyclopaedia of the Bible (Grand Rapids: Zondervan, 1982) Vol. 2 p. 96.
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