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EL VERDADERO DIABLO Una Exploración Bíblica |
correo electrónico del autor, Duncan Heaster
Contenido Capítulo 2 - Algunas Enseñanzas
Básicas de la Biblia Capítulo 3 - Algunas Implicaciones Prácticas 3-1 Algunas Implicaciones Prácticas Capítulo 4 - Demonios Capítulo 5 - Un Examen de los Pasajes
Específicos de la Biblia que Mencionan al Diablo y a
Satanás Capítulo 6 - Algunas Conclusiones |
Capítulo 6 ALGUNAS
CONCLUSIONES 6-1
El Verdadero Diablo: Algunas Conclusiones Una Red de la Verdad BíblicaUn
entendimiento verdadero tiende a llevar a otro, tal como un
entendimiento
erróneo conduce a otra interpretación falsa. Steven
Snobelen, erudito en
Newton, concluye que el rechazo de Isaac Newton a la Trinidad y su
firme
creencia en un solo Dios lo condujo, a su vez, a rechazar la idea de un
Diablo
personal. He escrito en otro lugar sobre el error de la Trinidad, en
especial
en El Verdadero Cristo. Ambas herejías, la de las
supuestas tres
"personas" en la Trinidad y el de un Satanás personal, giran en
torno
a un rechazo a aceptar la clara enseñanza bíblica de que
toda existencia es
corporal. Ninguna otra forma de existencia se conoce en la Biblia. Si
Dios es
verdaderamente el único Dios, la única fuente de poder,
entonces simplemente no
hay cabida para el Diablo, al menos no de la manera en que
comúnmente se
entiende. Pero más allá de esto, nuestro punto de vista
sobre el Diablo afecta
nuestra idea acerca de Dios en un sentido práctico. La
suposición de que Dios
no permitirá que sufran los
inocentes ha
conducido a la necesidad de crear la idea de un Diablo personal a fin
de
justificar las horribles situaciones de sufrimiento e injusticia que
vemos a
nuestro alrededor. Pero, aunque las entendamos, o tratemos de
entenderlas, el
hecho es que el Dios de la Biblia efectivamente permite que
sufran los
inocentes; quizás el más claro ejemplo sean los
extraordinarios sufrimientos
mentales y físicos de su amado Hijo. Como las hormigas son para
el hombre, así
somos nosotros para Dios. Nunca podemos esperar entender exactamente
por qué él
permite que el pecado y el mal estén como están. Pero
creemos que finalmente de
algún modo, en algún momento, al regreso de Jesucristo a
la tierra, su reino
triunfará. Entonces finalmente entenderemos, sólo
entonces uniremos los puntos
y veremos el cuadro completo, en toda la
dimensión de su belleza; y eso es para mí una de las
alegrías del reino que más
anhelo. En cuanto a mí, las buenas nuevas de Dios, de su Hijo y
su reino,
recorren como una hebra por toda la Biblia; cada verdad
encaja con las otras. Esta red de la verdad bíblica lamentablemente tiene su opuesto; una red de entendimiento falso. Mientras más profundamente se avance en eso, surgen más contradicciones y preguntas que no se han respondido seriamente, lo que a su vez conduce a la desesperación y frustración que tantos experimentan cuando piensan profundamente en el problema del pecado y del mal. Aquí señalamos algunas de ellas. -- Nuestras
pruebas y problemas son designadas por Dios para que
resulten en nuestro desarrollo espiritual. Pero si supuestamente las
trae el
Diablo, ¿cómo puede él estar al mismo tiempo
intentando detener nuestro
crecimiento espiritual y poner obstáculos a nuestra
salvación? --
Asimismo, se supone que el Diablo ocasionó la muerte de
Jesús, y algunos de los
"padres" de la iglesia primitiva afirmaron que la sangre de Cristo
tenía que ser pagada al Diablo como una especie de rescate por
las almas
(aunque la Biblia no dice absolutamente nada de eso). Pero muy
claramente, la
muerte de Jesús es la fuente de nuestra salvación y
perdón; en verdad, fue por
medio de su muerte en la cruz que fue
destruido el Diablo (Hebreos 2:14). Así que, ¿cómo
podría el Diablo haber
ocasionado la muerte de Jesús, si esto era exactamente lo que se
requería para
la salvación humana? Además, la muerte de Jesús
era parte del plan de Dios
desde el principio, simbolizado en el Edén al matar animales
para proveer una cobertura
para Adán y Eva (compare con Apocalipsis 13:8). La muerte de
Jesús fue por
"el determinado consejo... de Dios" (Hechos 2:23; Hebreos 10:9;
Gálatas 1:4). Así que, ¿hace el Diablo la voluntad
de Dios, o no? La respuesta
clásica es no, que el Diablo trabaja en contra de la voluntad de
Dios. Y sin
embargo, ¿por qué entonces se afirma que el Diablo
ocasionó la muerte de Jesús
y exigió su sangre? Porque la muerte de Cristo fue en realidad
la cumbre misma
de la voluntad y propósito de Dios. --
El concepto de que el Diablo requiere un
rescate, a saber, la sangre de Cristo, surgió de la idea de que
el rescate no
podía ser la vida de un simple hombre, sino que de algún
modo tenía que ser la
vida de Dios. De ahí se alentó la idea
trágicamente errónea de que Jesús es
Dios. Esta idea fue promovida por Basilio y Gregorio de Nisa.
Agustín tuvo que
hacer frente al "difícil tema" en cuanto a exactamente por
qué
Satanás odia a Cristo; diciendo que esto era "inevitable" porque
Jesús era Dios. No veo ninguna razón lógica de por
qué esto era
"inevitable"; en lo que a mí concierne, esto refleja cómo
un concepto
erróneo [por ej., que Jesús es Dios mismo] conduce a otro
[es decir, que por lo
tanto, Satanás odia a Jesús]. --
La
idea [promovida por Clemente y Orígenes, desarrollada por Milton
en Paraíso
Perdido] de que Jesús y Lucifer eran de algún modo
hermanos, parte de un
cosmos dualista en el principio, dividido entre el bien y el mal,
requería que
Jesús hubiera pre-existido personalmente; una idea sin respaldo
bíblico. Debe
notarse que el mito dualista pérsico de que había un dios
del bien equilibrado
por un dios maligno también declaraba que los dos dioses eran
originalmente
hermanos mellizos; y esto influyó claramente en la forma de
pensar de los
"padres" sobre este punto. --Debe
notarse que muchos de los mitos paganos sobre dioses en conflicto
tienen un
héroe, el cual era un dios, combatiendo contra un adversario que
también era
dios, y victorioso. El hecho de que el cristianismo oficial llegara a
ser
influenciado por esta forma de pensar estableció una tendencia a
pensar que el
héroe, Jesús, también era Dios y, por lo tanto,
pre-existió personalmente en el
principio del tiempo, cuando supuestamente ocurrió el conflicto.
Varias veces
en este estudio hemos tenido que comentar que el desarrollo de la idea
extra-bíblica acerca de la Trinidad recibió influencias,
y a su vez influyó en
el desarrollo de la idea extra-bíblica de una figura de
Satanás sobrehumano. Un
ejemplo clásico de la conexión entre estas dos falsas
doctrinas sería la forma
en que el Infierno de Dante presenta a un Satanás con
tres caras, como
una parodia de la Trinidad. --Plutarco,
un escritor del primer siglo, define la idea de que los demonios que
prevalecían en el mundo mediterráneo del primer siglo son
intermediarios entre
dioses y la humanidad, los cuales hablan por medio de los
oráculos y profecías
de sus representantes sacerdotales en la tierra. Él dice que los
demonios son
una forma de "almas inmortales" humanas (1).
El
esquizofrénico de Gadara "tenía su morada en los
sepulcros";
presumiblemente debido a su convicción de que él estaba
en realidad encarnando
a una persona muerta. Cuando Jesús lo sanó, él
cesó de deambular por esas
tumbas. La doctrina de demonios y la de almas inmortales se mantienen
unidas; y
las "almas inmortales" definitivamente no son parte de la
revelación
bíblica. Si leemos las referencias que hay en el Nuevo
Testamento a la idea
circundante acerca de los "demonios" y concluimos, por lo tanto, que
esas ideas religiosas circundantes son correctas y que existen los
demonios,
estamos respaldando la creencia en almas inmortales. Josefo presenta la
misma
conexión entre la creencia del primer siglo en demonios y en las
almas
inmortales en Las Guerras de los Judíos 1.47, 82, 84;
6:47. P. G. Bolt
determina la conexión entre las creencias judías en
fantasmas y los demonios (2).
Significativamente,
en las dos ocasiones en que los discípulos retrocedieron a sus
antiguas
creencias y pensaron que Jesús era un fantasma, sus propias
transcripciones de
los incidentes prueban lo equivocados que estaban; la existencia se
expresa de
manera corporal y tangible, y no en forma de espíritus
desincorporados (Marcos
6:49; Lucas 24:39). -- Los
entendimientos falsos acerca de Satanás están conectados
con ideas
erróneas acerca del infierno. Si los inicuos han de ser
atormentados en el
infierno, entonces, ¿quién los atormenta? De
modo que se tuvo que crear la idea del Diablo y los
demonios con horquetas, tridentes, etc.
Sin embargo, el
entendimiento bíblico acerca del infierno es que simplemente es
el sepulcro; y
el castigo de los inicuos es la "segunda muerte"
(Apocalipsis 2:11); y la muerte
bíblica
es sin lugar a dudas un estado de inconsciencia. Orígenes
especialmente fue
dando tumbos de error en error referente al infierno. Debido a que
él creía en
la falsa doctrina de una alma inmortal, razonó que si
Satanás lograba obtener
literalmente castigo eterno para los pecadores, entonces Satanás
finalmente
habría ganado. Sobre esta base misma él, por lo tanto,
argumentó que finalmente
Satanás sería redimido, y de este modo tendría que
haber salvación universal
para todos. Pero la Biblia no enseña esto en ninguna parte; hay
un sentido muy
real del futuro eterno que podríamos perder por causa del
pecado. -- Justino
empleó equivocadamente la referencia de Génesis 6 sobre
los
hijos de Dios que se casaron con las hijas de los hombres, a fin de dar
a
entender que los ángeles pecaron y dejaron el cielo, y que la
progenie de estas
uniones eran demonios, y que éstos eran los dioses y gobernantes
del Imperio
Romano (3). Como alguien dijo una vez: "La verdad
es política". Los "padres" emplearon equivocadamente los
versículos bíblicos para demonizar a sus enemigos. Tan
sólo unos pocos siglos
antes, el Libro de los Guardianes, libro judío,
había afirmado que la
progenie de los "hijos de Dios" que se mencionan en Génesis 6
eran
los "sacerdotes malignos". Se
pensaba que los "sacerdotes malignos" del santuario terrenal
reflejaban a los supuestamente "ángeles malignos" del santuario
celestial. Pero este error iba más allá de una
conveniente demonización de los
enemigos; entonces, Agustín concluyó que en vista de que
ahora había un
"intervalo" en las filas celestiales, éste debía llenarse
con los
justos que van al cielo a ocupar los lugares que dejaron los supuestos
"ángeles caídos" (4). Sin
embargo, la Biblia no dice nada de almas
inmortales que van al cielo por su galardón al morir; en cambio,
enseña
claramente que la muerte es un estado de inconsciencia, y el
galardón de los justos
es un lugar en el reino de Dios cuando se establezca plenamente en la
tierra al
regreso del Señor Jesucristo. De este modo, el error de que los
"ángeles
caídos" salieron del cielo condujo a la idea de que los
cristianos
"van al cielo" a ocupar el lugar de ellos. --
Quizás
lo peor de todo es que la idea de que hay un universo dualista [un Dios
bueno y
uno malo] ha quedado tan arraigada en la mente de algunos que quitar la
existencia del Diablo es decir que Dios no existe. John Wesley
escribió la famosa
frase: "No hay Diablo, no hay Dios". Seguramente por esto tantos
cristianos convencionales hoy día son tan insistentes en
que la
aceptación de la existencia de un Satanás personal es
absolutamente vital para
el evangelio, y para ellos es casi un requisito para la
salvación. Decir que el
dios malo no existe es, para ellos, implicar que el verdadero Dios
tampoco
existe. Es como en la Edad Media de
nuevo; cualquiera que negaba la existencia de
Satanás era expulsado como
un ateo. Así de fuerte es la red dentro y entre las falsas
interpretaciones de
la Biblia. En 1691 Balthasar Bekker publicó un libro, The
World Bewitched
[El Mundo Embrujado], en el cual negó la existencia de un
Satanás personal y
criticó la idea de que las personas sean "poseídas" por
el Diablo; y
fue rápidamente juzgado por blasfemia y por "propagar ideas
ateas respecto
a la Escritura" (5).
Dios
es definitivamente un Dios bueno, que intenta hacernos
bien
en nuestra vida; y su Omnipotencia y
supremacía anula la seria existencia de cualquier "dios"
cósmico en
oposición a él. Eso no es ateísmo; eso es, si Ud.
quiere, deísmo como debiera
ser. Factores
Psicológicos
Supongo
que todos tenemos una percepción profundamente arraigada dentro
de nosotros
respecto a lo defectuoso que es nuestro
mundo. Subconscientemente quizás, anhelamos un
mundo mejor, una vida más
libre, destrabados de todo lo que ahora nos frena. Nuestra
visión y esperanza
en el futuro se relaciona con nuestra percepción de la
naturaleza de la falla
de este presente mundo. Si estamos convencidos de que el verdadero
problema es
la existencia de un Satanás cósmico, entonces nuestra
esperanza aguarda el día
en que Satanás esté muerto.
Si estamos
convencidos de que el verdadero problema es el pecado humano [incluidos
los
nuestros], y la muerte que viene por causa de esto, entonces nuestra
esperanza
es por un mundo en que no haya más pecado y muerte, donde seamos
sin pecado,
donde los efectos del pecado ya no existan... y esta esperanza no es un
sueño
imposible, porque es exactamente congruente con el evangelio
bíblico que
anuncia la venida literal del reino de Dios a esta tierra. La
apóstata obra
judía, El Libro de los Jubileos 19:28 es un ejemplo de
esta diferencia
de perspectiva. El Libro de los Jubileos en
este pasaje intenta re-escribir el relato
bíblico sobre las promesas que se dieron a Isaac y a Jacob, las
cuales
implicaban una herencia física y literal de una tierra
purificada y sin
pecados. Pero Jubileos tergiversa ese relato bíblico
sobre las promesas
del reino de Dios en la tierra, transformándolas en una promesa
de que seremos
libres de Satanás: "Los espíritus del Mastema no
prevalecerán sobre ti o
sobre tu simiente para apartarte del Señor". Los
psicólogos sugieren que hay algo
dentro de la psiquis humana que necesita temer, que quiere temer. Tan
sólo vea
el enorme éxito de los relatos, películas e
imágenes de terror , las novelas de
Stephen King, y la forma en que los medios de comunicación se
dan cuenta que su
audiencia global recibe con gusto el temor y el sensacionalismo del
terror. Un
hilo común en todos los precursores paganos de la idea del
"Satanás"
personal es que los conceptos paganos involucraron a sus generaciones
en el
temor y el terror. El verdadero cristianismo aspira a "echar fuera"
semejante temor dando a conocer el amor de Dios definitivo (Juan 4:18).
Tantos
sistemas de control se han aprovechado del temor por el Diablo para
hacer que
los hijos se sometan a la obediencia, que los rebaños sean
sumisos a los
pastores, etc. Ya es hora de que nos demos cuenta que no es así
como actúa el
verdadero Dios: "En el amor no hay temor" (1 Juan 4:18), y de esto es
precisamente de lo que el verdadero entendimiento de la cruz de Cristo
nos
salva. Dios no es un manipulador psicológico, y no nos coacciona
para que nos
sometamos por medio del temor. Sin embargo, se podría decir que
la humanidad es
crecientemente adicta al temor. La gente puede burlarse de que no le
teme al
monstruo del Lago Ness, a los hombres lobos, a los divertidos sonidos
de la
noche... pero siguen teniendo, en gran medida, temor a un Diablo
personal. Hay
algo en nosotros que quiere temer a algo, que le encanta la idea
popular acerca
de un Satanás personal. Es por eso que es difícil cambiar
esto mentalmente.
Pero es de esperar que estos estudios le hayan ayudado en esa
dirección. A
medida que la tragedia de la humanidad del siglo 21 se da a conocer aún más, es tiempo mas
que oportuno
para una radicalmente nueva forma de pensar acerca de Satanás, y
acerca de
nosotros mismos. Hay
un tremendo deseo psicológico de creer en la
figura de un Satanás personal. Siempre queremos exteriorizar el
mal, proyectar
nuestro propio pecado y disfunciones internas sobre alguien o algo. Los
psicólogos han observado que tantas historias de la vida
presentan alguna clase
de figura de "adversario", un justo castigo, un archienemigo. Al
menos, semejante figura cobra mucha importancia en la
auto-percepción de la
gente cuando se les pide que hagan un recuento de la historia de su
vida. Tal
vez un hostigador en la escuela, un jefe en el trabajo, un vecino, un
socio, un
régimen bajo el cual vivíamos, un grupo étnico...
usualmente, alguien, en algún
lugar, se percibe como su gran enemigo. Este justo castigo tiene que
ver con lo
que la persona bajo estudio describiría como batallas con ellos.
Y se percibe
que esas batallas con frecuencia las pierden, y que el enemigo las
ganó. A
menudo esos archienemigos no son nada de eso, y las batallas no son
más que
trivialidades pasajeras de la vida; pero la persona ha descargado sus
debilidades, temores, su "indeseado yo" sobre esta otra persona o
sistema, de este modo demonizándolos, dándoles un mayor
perfil de vida dentro
de su propia mente y auto-percepción. Así que no es
sorprendente que la gente
tan a menudo haya decidido que
efectivamente hay un Satanás
personal
"allá afuera", en algún lugar, de algún modo. La
gente casi
"necesita" esta figura; hasta que enfrenten el hecho que ellos
están transfiriendo su propio
"satanás", sus temores, dudas e incapacidades internas sobre
algo o
alguien externo. En vez de enfrentar esos problemas internos y
percibirlos a ellos
como el verdadero Satanás. La Cambiante
Escena
El
Barna Group, una firma de investigación, encontró lo
siguiente en un
estudio de cristianos norteamericanos en el 2006 [publicado en
www.barna.org]: * 55 por
ciento consideran a Satanás más bien como un
símbolo del mal que una entidad
real. *
45 por ciento de cristianos renacidos no creen que Satanás sea
real. *
68 por ciento de católicos piensan en Satanás
sólo como un símbolo y niegan que la palabra se refiera a
un ser personal. Debe
notarse que la última edición de la Catholic
Encyclopaedia evita
considerar al Diablo como una "realidad externa", y más bien se
refieren a ello como un "símbolo de fuerzas
psicológicas". En 1997, la 114 Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana en los Estados Unidos dirigió el Consejo sobre Teología y Cultura para estudiar "el problema de un Diablo personal y los demonios", e informar de los resultados de dicho estudio. Sus conclusiones fueron que la Biblia misma no puede apoyar la idea de un Satanás personal, aunque algunos cristianos pueden encontrar esa idea útil debido a su cosmovisión. En nuestro contexto, el siguiente comentario de su informe en línea es interesante: "Los teólogos cristianos siempre han estado desconcertados por la contradicción entre la aseveración, por un lado, de que todo [todo ser] que tiene existencia y realidad la recibe de parte de Dios, y la aseveración, por otro lado, de que el Diablo 'es' o 'existe'. ¿Cómo podemos reconocer a un Dios bueno que es la fuente de todo ser, y al mismo tiempo hablar del ser del mal o de seres malignos?". Esto es exactamente la clase de dificultad en la idea común acerca de Satanás que hemos destacado en este estudio. Parece que algunos han empezado a enfrentar las dificultades. Este
panorama general está confirmado de
manera independiente por otra investigación (6).
Y
sin embargo,
los líderes de iglesias están llenos de palabrería
acerca de un Satanás
personal, usándolo como una amenaza
para conseguir que la gente pague
diezmos, vaya a la iglesia, etc. Pero ellos no están en consonancia con lo que la gente está
pensando
realmente. Ya que la aceptación del "Diablo" bíblico es
cada vez más evidente en la sociedad cristiana, yo no tomo estas cifras como
necesariamente buenas noticias. Lo que veo es que la gente se ha dado
cuenta de
lo absurdo de creer en un Satanás personal. Pero ellos no lo
reemplazaron necesariamente
por algo mejor; mucho menos captaron el enorme desafío que hay
para darnos
cuenta de que nuestra propia mente es verdaderamente nuestro mayor
adversario,
nuestro Satanás, y que hemos de batallar
contra él a cada momento
con el
Espíritu de Dios. Aunque
la
creencia en el Diablo y en los demonios
como seres literales está declinando, yo no puedo
dejar de recalcar con
suficiente energía de que esto no significa que la gente
entiende la Verdad de
estas materias. La mitología básica sigue viviendo bajo
nuevo ropaje. Nuestra
cultura moderna, con su predilección por la ciencia, ha
reemplazado a los
ángeles pecadores y a los demonios por extraterrestres que
vienen a la tierra
en platillos voladores y violan a las mujeres. Semejante
"ciencia-ficción" se ha afianzado firmemente dentro de la
sociedad y
la cultura. Y nunca antes hemos visto tanta demonización de
otros como "el
enemigo", en vez de aceptar que el
enemigo esencial es nuestro propio pecado humano. Los musulmanes son
demonizados por los cristianos tal como lo fueron en la época de
las cruzadas,
así como los rusos, los comunistas, los negros, los
no-Trinitarios, los
divorciados, los que mascan chicles en la iglesia, etc., todos
éstos fueron
demonizados en diferentes épocas por los cristianos del siglo
20. Parece que
siempre estamos en busca de una fresca forma de definir externamente
"al
enemigo", "Satanás, y sin embargo siempre estamos pasando por
alto el
problema crucial e intrínseco: el pecado humano y el
autoengaño. Hemos
hablado de la enorme influencia del dualismo, la idea de que hay un dios del bien y un dios del mal. Si hay un
Dios, debe haber un Diablo; si hay ángeles, debe haber demonios;
si hay cielo,
debe haber infierno. Y hemos intentado mostrar que el dualismo no es en
absoluto lo que enseña la Biblia; de hecho, es todo lo
contrario. Una grata
tendencia de las últimas décadas pasadas ha sido el ahora
difundido
reconocimiento entre muchos cristianos de que el "infierno" se
refiere simplemente al sepulcro; y que el galardón y la
esperanza de los justos
es el eterno reino de Dios en la tierra, y que no van al cielo cuando
mueren. A
mí me parece que el rechazo del dualismo cielo / infierno debe
entenderse
de manera más amplia para incluir
el
rechazo a la idea de un Satanás personal y mostrar que Dios es
"todo en
todos" en nuestro entendimiento. El
dualismo es muy atractivo para nuestra mente humana superficial; se
presta para
categorizar la vida y la sociedad de una manera binaria simplista en
nosotros y
ellos, cowboy e indios, héroe y villano,
amigo y enemigo... mientras que todo el tiempo estamos olvidando el
punto
cristiano esencial de que la lucha final está dentro de la mente
humana, y que
Dios es todopoderoso y está al control. Como dice Ben Withering:
"El
emperador y su corte gobiernan por permiso y empoderamiento de Dios. El
emperador mismo no es Dios. Incluso el Diablo es el Diablo de Dios..." (7). De
hecho, casi cada estudiante serio del que he leído, que se ha
abocado
específicamente al tema de Satanás, ha llegado a
conclusiones similares a lo
que hemos bosquejado aquí. A veces podemos necesitar ponernos de espalda al
mundo en algún asunto, dejando que Dios sea veraz y
que todo hombre
sea mentiroso; y eso es lo correcto.
Pero seguramente es un consuelo saber que muchas otras mentes
reflexivas y
estudiosas han llegado a la misma conclusión que nosotros
tenemos. Un Llamado Final
A menudo he
hablado en este libro de la necesidad de luchar contra el
pecado que está dentro de nosotros, aprender el autocontrol,
darnos cuenta de
que nuestro mayor Satanás / adversario personal es nuestra
propia humanidad y
tendencia pecadora. Y ciertamente de esta manera concluyo este libro.
Pero
necesito hacer resonar una advertencia aquí. Yo creo que le
habría fallado a
mis lectores si los dejo con una invitación a simplemente
reprimir sus deseos
pecaminosos de una manera clínica y legalista. No soy un gran
admirador de C.
G. Jung, pero él y otros psicólogos han señalado
válidamente que al reprimir
nuestros sentimientos destructivos, podemos terminar creando un yo
"encubierto", una especie de fuerza negativa dentro de nosotros, que
a veces explota. Un ejemplo sería el cristiano muy
autocontrolado que a veces
da rienda suelta a su agresividad
gritando su mal genio contra su socio o
colaborador, por un asunto totalmente menor. Esos
sentimientos
reprimidos no desaparecen simplemente porque están reprimidos;
pueden conducir
a cualquier cosa desde úlceras estomacales hasta el odio por
sí mismo (8). Esta
represión del mal dentro de la persona se relaciona con la
negación o represión
de nuestro reconocimiento de la enorme cantidad de mal que hay en el
mundo, y
esto lo pueden hacer fácilmente aquellos que simplemente
trasladan la culpa de
todo a algún Satanás sobrehumano. Solzhenitsyn
reflexionó muchísimo sobre esto,
concluyendo que: "Al guardar silencio sobre el mal, al sepultarlo tan
profundamente dentro de nosotros que ninguna señal de él
aparece en la
superficie, estamos implantándolo, y resurgirá miles de
veces en el
futuro" (9). Tiene que haber otra forma, que Neumann llama la "nueva
ética" que se requiere para este reconocimiento. Planteo que
esta
"otra forma" incluya una total sumisión al Señor
Jesucristo como
nuestro Señor y Maestro personal, y al bautizarnos por
inmersión en él, creamos
y actuemos como si estuviésemos "en Cristo", con su justicia y
personalidad sumadas a nuestra cuenta en lo que el Nuevo Testamento
llama
"justicia imputada". Nuestra auto-percepción cambia, de modo que
aunque pequemos, nos percibimos a sí mismo que estamos "en
Cristo",
actuando cómo él actuaba, pensando como él
pensaba. Pablo habla en Romanos 7 de
su penoso fracaso en el autocontrol y
represión del pecado, explicando que simplemente no podía
reprimir lo que era
malo porque era demasiado fuerte... y prosigue en Romanos 8 donde
agradece a
Dios que la vía de escape fuera por medio de estar "en Cristo" y de tener la mente / espíritu
/
personalidad residente del Señor Jesús. Y todo esto
está en el contexto de su
llamado en Romanos 6 para que nosotros entendamos al bautismo como una
entrega
de nosotros mismos a Cristo personalmente, "crucificado[s] juntamente
con
él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no
sirvamos más
al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado [liberado] del
pecado... Así también vosotros consideraos
muertos al pecado... pero vivos para Dios en
Cristo... Porque el pecado no se enseñoreará
de vosotros... y liberados del pecado, vinisteis a ser siervos de la
justicia... Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y
hechos siervos de
Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna".
He hablado
repetidamente del tema del origen fundamental del pecado y
del mal, y de la lucha humana interna que es necesario en contra de
ellos. Sea
como fuere, relevante, importante, verdadero y necesario. Pero el hecho
básico
es que en la crucifixión del Señor Jesucristo, "el
Diablo", el
pecado, el mal en todas sus formas y de dondequiera que venga o haya
venido,
fue vencido, fue derrotado (Hebreos 2:14-18). La expiación que
se logró por
medio de su muerte, no fue una simple transacción abstracta; no
fue una teoría,
sino una vida real vivida gloriosamente, y una muerte victoriosa que
fue
justificada en una resurrección igualmente real. Significa que
Ud.
personalmente y yo mismo quedamos finalmente libres del poder del mal,
del
pecado y de la muerte misma. El camino quedó abierto al
verdadero,
significativo y sincero perdón, y a la esperanza en
la eternidad en un reino
eterno cuando el mal sea finalmente
abolido. Enfrentados con estas realidades, el lenguaje empieza a perder
su
poder y significado para nosotros; todo otro comentario es pasar de lo
sublime
a lo común. La única respuesta no es tanto la simple
adopción de otra teoría,
un entendimiento intelectual levemente cambiado, sino finalmente una
vida
vivida en agradecida respuesta. Notes
(1)
Véase Plutarch, Oracles in Decline in D. Russell, ed., Plutarch:
Selected Essays and Dialogues (Oxford: O.U.P., 1993). (2)
P.G. Bolt, “Jesus, The Daimons and The Dead”, in The
Unseen World, ed.
A.N. Lane (Exeter: Paternoster, 1996). (3)
Elaine Pagels, Adam, Eve, and the Serpent (New York: Random
House, 1989)
xxiii. (4)
Augustine, City of God, traducido por Marcus Dods (New York:
Random
House, 1950) p. 867. Otros
ejemplos de esta
idea que fueron enseñados por los "padres" se
pueden hallar
en J.B. Russell, A History of Heaven (Princeton:
Princeton University Press, 1997) p. 85. (5)
Jonathan Israel, The Dutch Republic (Oxford: O.U.P., 1998) p.
930. (6)
Andrew Delbanco, The Death of Satan: How Americans Have Lost the
Sense of
Evil (New York: Farrar, 1995). (7)
Ben Witherington, The Paul Quest (Leicester: I.V.P., 1998) p.
202. (8)
Este fenómeno ha sido descrito y analizado por muchos
escritores, especialmente
por el sobreviviente de un campo de concentración, Viktor
Frankl, Man‟s Search
For Meaning (New
York: Simon & Schuster, 1963); Erich Neumann, Depth Psychology
andthe
New Ethic (New York: HarperCollins, 1973); Antonio Moreno, Jung,
Gods
and Modern Man (Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1970) especially
p. 41. (9)
Alexander Solzhenitsyn, The Gulag Archipelago (New
York: Monad Press, 1974) p. 178. |