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EL VERDADERO DIABLO Una Exploración Bíblica |
correo electrónico del autor, Duncan Heaster
Contenido Capítulo 2 - Algunas Enseñanzas Básicas de la Biblia Capítulo 3 - Algunas Implicaciones Prácticas 3-1 Algunas Implicaciones Prácticas Capítulo 4 - Demonios Capítulo 5 - Un Examen de los Pasajes Específicos de la Biblia que Mencionan al Diablo y a Satanás Capítulo 6 - Algunas Conclusiones |
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5-8-1 Jesús en el Desierto: Un Estudio del Lenguaje y Naturaleza de la Tentación Bien puede sostenerse que el lenguaje de las tentaciones implica que hubo movimiento físico, por ej., el tentador vino a Jesús y lo llevó. Ahora consideraremos cómo semejante lenguaje es pertinente a los deseos internos dentro de la mente humana. "Y vino a él el tentador..." Quiero mostrar que la tentación y el deseo se describen a menudo en relación con el movimiento físico, permitiéndonos así analizarlos de una manera que es más fácil visualizarlos que describirlos en términos puramente abstractos. El Señor "fue tentado en todo según nuestra semejanza" (Hebreos 4:15); y "cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia [deseos], es atraído y seducido" (Santiago 1:14). Para que Jesús fuera tentado como nosotros, tenía que pasar por el mismo proceso de tentación que pasamos nosotros. Así que hasta cierto punto él también fue "atraído" por los malos deseos --el Diablo-- que él tenía dentro de sí. Esto explicaría por qué se describe al Diablo llevando a Jesús a Jerusalén y a un monte; esta "llevada" es lo misma que la expresión "atraído" que aparece en Santiago 1. Esta asociación de nuestros deseos naturales con la idea de movimiento físico se recoge con frecuencia en el Nuevo Testamento. "No nos metas en tentación" (Mateo 6:13) es un caso ilustrativo. Somos llevados por nuestros deseos, como Jesús lo fue en un grado menor en el desierto; y sin embargo, aquí se muestra que Dios está finalmente en control de estas cosas. Él es más grande que esos deseos, y él puede impedir que nos lleven, a fin de "que no caigamos" (note de nuevo la conexión entre tentación y movimiento físico). El mundo por lo general no pone ninguna resistencia a que lo lleve el Diablo; de este modo, "llevan cautivas a las mujercillas cargadas... de diversas concupiscencias... arrastradas por el error de los inicuos" (2 Timoteo 3:6; 2 Pedro 3:17). Jesús no fue llevado por el Diablo --sus deseos, que él tenía al igual que nosotros-- en el mismo grado en que lo fue esta gente. Pero, no obstante, la misma idea básica de que el pecado nos lleva a fin de tentarnos se aplica también a él. La palabra griega "llevar" de Mateo 4 en relación con Jesús al ser "llevado" por el Diablo, se usa en la Escritura tanto figurada como literalmente. Los siguientes ejemplos muestran su uso figurado: "... cosas que tomaron para observar" (Marcos 7:4). "... los suyos no le recibieron" (Juan 1:11) "... habéis recibido al Señor Jesucristo" (Colosenses 2:6). De manera similar, la "venida" del Diablo a Jesús también puede ser subjetiva; la palabra griega para "venida" también se puede usar tanto figurada como literalmente. Se ha traducido como "conforma" en 1 Timoteo 6:3 alguna gente "no se conforma a las sanas palabras". Hebreos 12:1 describe al "pecado que nos asedia", como si el pecado --el Diablo-- viniera a nosotros a asediarnos. El lenguaje de Apocalipsis 20 que dice que el Diablo y Satanás serán soltados y saldrán por todo el mundo ahora tiene sentido, una vez que se reconozca que el diabolismo --nuestros malos deseos-- se asemeja con acercarse a la gente. El Señor Jesús contestó cada tentación citando la escritura, como si toda esa experiencia fuese una viva demostración de Salmos 119:11: "En mi corazón he guardado tus palabras para no pecar contra ti". Aunque Jesús tenía la palabra en su corazón, él tenía nuestras concupiscencias / deseos, y por un breve momento fue posible que "las codicias de otras cosas [que] entran" (Marcos 4:19) hubieran podido intentar (aunque en vano) de ahogar esa palabra, incluso en su corazón. Para que ellas intenten "entrar", deben "venir" a nosotros; y de este modo el Diablo --esos deseos-- vinieron a Jesús. La parábola del sembrador equipara a todas las diversas razones del fracaso para producir fruto, ya que todas tienen el mismo efecto. Por lo tanto, la "venida" de Satanás para quitar la palabra a los nuevos conversos es paralela a "las codicias de otras cosas que entran [para ahogar] la palabra" (Marcos 4:15, 19). Hay otro ejemplo en que nuestros deseos se describen moviéndose físicamente hacia nosotros (1). La parábola de Natán respecto al pecado de David con Betsabé culpa del hecho a un viajero que "vino a" David pidiéndole satisfacción. El viajero de la parábola representaba los deseos de David que lo llevaron al adulterio y al asesinato (2 Samuel 12:4), aunque ambos vinieron "de dentro, del corazón de los hombres" (Marcos 7:20-23). El Diaglott traduce Santiago 1:14 así: "Cada cual es tentado de su propio deseo desmesurado, siendo atraído y atrapado". Este es el lenguaje usado en la caza de animales, en que se les atrae y se les atrapa. 1 Timoteo 3:7 habla del "lazo del diablo"; nuestros deseos desmesurados. De este modo, para que Jesús fuera tentado tuvo que ser atraído desde la tremenda caparazón de su propia espiritualidad, como un ratón es atraído de un agujero hacia el queso colocado en una trampa; y entonces teniendo el autocontrol y siendo dueño de sí mismo, se retira.
Nota (1) Esta y otras observaciones de esta sección se hallan confirmadas en Wayne E. Oates, Temptation: A Biblical and Psychological Approach (Louisville: John Knox Press, 1991).
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