5-7 Satanás en Zacarías 3
Este pasaje está comentado en la sección 5-30. La sección 5-4-2 lo considera también desde el punto de vista de su conexión con el Satanás de la corte celestial que conocimos en Job 1. Según Deuteronomio 32:8, 9 (Septuaginta), la humanidad ha sido dividida "conforme al número de los ángeles de Dios"; cada nación tiene su representante angélico en el cielo. Se habla de que estos ángeles son "castigados" en el sentido de que los que están a su cargo en la tierra son castigados. Note el paralelismo en Isaías 24:21, 22:
"Yahvéh castigará
al ejército de los cielos en el cielo,
y a los reyes de la tierra en la tierra"
Esto no significa que los representantes angélicos mismos son pecadores; pero ellos se identifican en la corte del cielo con aquellos a quienes representan.
Zacarías 3 se escribió en el contexto de los judíos en Babilonia. Se ha mostrado que los babilonios creían que cada persona tiene un dios que los acusa (1). Como en otro lugar, Zacarías y los profetas aluden a las creencias contemporáneas y las deconstruyen, es decir, muestran la verdad sobre estos asuntos tal como Yahvéh deseaba que su pueblo los entendiera, así como Moisés aludió a los mitos de la creación a fin de mostrar que eran falsos, y explicar la verdad respecto a algunos asuntos que se mencionan en ellos. De modo que aquí Zacarías está estableciendo que la verdad es que en la corte del cielo los ángeles representan a los seres humanos y organizaciones humanas y sus posiciones y acusaciones es contra el pueblo de Dios; y es Dios quien juzga esas acusaciones y envía a sus ángeles a implementar su subsiguiente juicio sobre los casos en la tierra. Pablo puede tener esto en mente cuando se regocija que si Dios y Cristo están de nuestro lado, entonces no tenemos acusadores, porque ellos son los únicos que pueden presentar acusaciones válidas contra nosotros. E incluso si tenemos acusadores, el hecho de que ellos son nuestros justificadores significa que efectivamente ninguna acusación semejante es de valor alguno (Romanos 8:33, 34).
Nota
(1) Rivkah Scharf Kluger, Satan in the Old Testament (Evanston: Northwestern University Press, 1967), pp. 134,135.
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