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EL VERDADERO DIABLO Una Exploración Bíblica |
correo electrónico del autor, Duncan Heaster
Contenido Capítulo 2 - Algunas Enseñanzas Básicas de la Biblia Capítulo 3 - Algunas Implicaciones Prácticas 3-1 Algunas Implicaciones Prácticas Capítulo 4 - Demonios Capítulo 5 - Un Examen de los Pasajes Específicos de la Biblia que Mencionan al Diablo y a Satanás Capítulo 6 - Algunas Conclusiones |
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4-6 Demonios: ¿Por qué Jesús no corrigió a la gente? Dios no es tan paranoico o primitivo como para necesitar "cubrirse las espaldas" cada vez que habla, insertando notas interminablemente, por decirlo así, a sus declaraciones, para evitar que lo malinterpreten. Él habla y escribe con mucha calma en el lenguaje de la época. En la Digresión 4, señalé cómo Dios alude a las ideas equivocadas acerca de los demonios, de dioses pecadores, etc., y los corrige empleando el lenguaje que se usó en relación consigo mismo como la fuente esencial de todos en la vida humana. De este modo, vimos la forma en que la palabra de Dios deconstruye el error, por decirlo así, sin confrontarlo primitivamente con un 'yo tengo razón, tus ideas están equivocadas de una manera lastimosa'. Considero que esto lleva el sello divino y definitivamente creíble. Cassuto tiene un comentario muy fino sobre esto, hecho en el contexto de su idea de que Génesis 6 está deconstruyendo las leyendas cananeas acerca de dioses pecadores y gigantes: "La respuesta contradice a los mitos paganos, pero sin polémica directa. Este es el sistema del Tora; aun cuando su propósito es oponerse a las ideas de los gentiles, no deroga rebajándose a la controversia, desde su arraigada majestad y esplendor. Expone sus puntos de vista, y por inferencia se rechazan otras ideas" (1). Esto tiene relación con la pregunta de por qué el Señor Jesús no declaró textualmente que "los demonios" no existen; más bien por sus milagros demostró "por inferencia" que no tienen poder o existencia efectivos. Vemos algo similar en cómo el Antiguo Testamento presenta inicialmente a Yahvéh como "más grande que todos los dioses" (por ej., Éxodo 18:11), sin declarar específicamente que esos otros dioses no existen. Pero a medida que se desarrolla la relación de Dios con Israel, los últimos profetas declaran que Yahvéh es el único Dios, y los otros dioses son inútiles dioses, mofándose de ellos como absolutamente inexistentes. Vale la pena notar que Mateo, Marcos y Lucas usan el lenguaje referente a los demonios, porque esos relatos son básicamente una trascripción del evangelio que ellos enseñaron a los incrédulos. El evangelio de Juan, que parece más dirigido a los creyentes que estaban sufriendo la presión de los judaístas y los gnósticos, omite cualquier referencia a ellos. El Señor usa el lenguaje referente a los demonios en conexión con las sanidades en la Galilea rural más bien que en presencia de gente más educada en ciudades como Jerusalén; porque presumiblemente era en las áreas rurales donde la incapacidad para comprender la negación directa de la existencia de los "demonios" habría estado más profundamente arraigada. Se ha observado: "La posesión demoníaca en los relatos del evangelio no es un fenómeno geográficamente uniforme. Los casos específicos de posesión demoníaca que se mencionan en los sinópticos ocurren en grupos rurales, siempre en las regiones del norte como Galilea, más bien que en cualquier localidad por donde Cristo viajaba y efectuaba milagros. A la inversa, no hay descripciones de posesión demoníaca en Judea o Jerusalén en los cuatro relatos del evangelio. Además, hay varios relatos de posesión demoníaca en Galilea y en las regiones del norte, lo que implica que la posesión demoníaca era un fenómeno común e incluso característico en esta área. No hay declaraciones comparables para el área de Judea en los relatos del evangelio. Finalmente, ciertas condiciones ostensiblemente físicas y patológicas, tales como ceguera, sordera y mudez a veces se atribuyen a posesión demoníaca en el norte, pero nunca se caracteriza así en el sur, aun cuando semejantes condiciones efectivamente ocurren en textos que comentan sobre el ministerio de Judea". Muy claramente, los escritores bíblicos reflejaron las percepciones de la gente sobre las cuales escribían. Si escribían sobre los galileos, ellos hablaban de sanar a los enfermos mentales como si demonios fueran echados fuera, pero no usan este lenguaje al hablar sobre Jerusalén. La Encyclopaedia of Religión and Ethics aclara más aun: "Galilea era el centro de la demonología palestina, y casi invariablemente se hallará que los maestros galileos aceptaban, mientras que los maestros de Judea rechazaban, la existencias de los espíritus" (2). 2 Reyes 17:9 declara que Israel hacía "secretamente cosas no rectas". No existía un secreto máximo, porque Dios conocía sus caminos, y sus acciones quedaron de manifiesto en "todo collado alto, y debajo de todo árbol frondoso" (v. 10). El "secretismo" estaba en que ellos pensaban que sus acciones podían mantenerse en secreto de Dios. Y el relato refleja la perspectiva errónea de ellos sin mayor comentario. Nos corresponde a nosotros percibirla. Y lo mismo se aplica al tema de los demonios. Esta es una razón de por qué no se corrige el evidente error. Dios desea tanto llegar a los incrédulos y a los que tienen creencias erróneas que su palabra hace alusión a sus creencias sin corregirlos o criticarlos específicamente, a fin de tratar de persuadirlos de un mejor camino. Tome la genealogía de Jesús que da Lucas. Él la formula de modo tal que haya 77 genealogías que conduzcan a Cristo; y menciona que Enoc era la séptima generación desde Adán. Pero el libro no inspirado de Enoc afirmaba que el juicio final habría de venir 70 generaciones después de Enoc (1 Enoc 10:12-14). Seguramente la idea de Lucas, o más bien la idea de Dios detrás de la inspiración de Lucas, era que aquellos familiarizados con Enoc oyeran campanas tañendo cuando encontraran la palabra "Enoc"; y se preguntaran qué había de venir 70 generaciones después. Y cuando leyeran la genealogía dada por Lucas, encontraran la respuesta: el juicio final se halla, en esencia, en la persona de Jesús. El Señor hablaba las palabras de Verdad a los hombres mientras ellos pudieran oírla (Marcos 4:33); como Pablo, él llegó a ser todas las cosas a todos los hombres, de manera que por cualquier medio pudiera salvar a algunos (1 Corintios 9:22). El Señor Jesús usó bien conocidas técnicas médicas en su ministerio (Marcos 7:33; Juan 9:6); no porque él necesitara usarlas, sino a fin de que, de algún modo, sus oyentes se sintieran cómodos. Y así, a mí me parece que él usó el lenguaje adaptado para referirse a los demonios. Él trataba con la gente en términos que ellos pudieran aceptar. En el caso de Pablo, ser todas las cosas para todos los hombres significaba que a veces él sacrificaba un principio más alto a fin de llegar a los hombres; él no se limitaba a decir sin rodeos la verdad doctrinal y entonces dejar a sus oyentes con el problema de aceptarla o no. Realmente intentaba persuadir a los hombres. Magnificó su ministerio de predicar a los gentiles, enfatizando la posibilidad de salvación para los gentiles. "Por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre [los judíos], y hacer salvos algunos de ellos" (Romanos 11:13, 14). Esto difícilmente parece un método muy apropiado, bajo el contexto del principio más alto. Pero era un método que usó Pablo. Asimismo, él insistía a los corintios que dieran dinero para los santos pobres de Jerusalén sobre la base de que él alardeó ante los demás acerca de cuánto darían ellos (2 Corintios 9:2), y estos alardes habían provocado a otros a ser generosos; así que ahora era necesario que ellos estuvieran a la altura de su promesa y dieran el dinero. Si alguien prometiera dar dinero con fines benéficos y entonces no lo hiciera, lo presionaríamos para que diera. Y realmente nosotros no alentaríamos a una iglesia a que diera dinero sobre la base de decirles que otra iglesia había prometido ser muy generosa, así que ellos también deberían ser así. Sin embargo, Pablo usó estos métodos aparentemente humanos. Él habló a los romanos "como humano, por la debilidad de vuestra carne" (Romanos 6:19 Reina-Valera 1909, revisada); él quería hacer que su mensaje fuese entendido. Y cuando dijo a los maridos que amaran a sus esposas, él usa otra razón más bien humana: que como tu esposa es "una carne" contigo, al amarla tú estás amándote a ti mismo. "Y", razona él, "tú no te odiarías a ti mismo, ¿verdad?, así que ¡ama a tu esposa!". El cínico podría decir razonablemente que esto es puro egoísmo (Efesios 5:29); y Pablo parece reconocer que el nivel más alto de entendimiento es que un marido debe amar a su esposa simplemente porque él está manifestando el amor de Cristo a una iglesia a menudo indiferente y poco apreciativa (Efesios 5:32, 33). Y sin embargo, Pablo claramente también usa el argumento de nivel inferior. Con frecuencia, Dios hace esto mismo. Él baja hasta los términos y lenguaje de los hombres en su vehemencia por salvar. Él invita a los judíos a que lo pongan a prueba; si ellos pagan sus diezmos, él los bendeciría con fructífera cosecha (Malaquías 3:10). Pero seguramente el mensaje completo de la revelación de Dios es que hemos de aceptar su mano en nuestra vida, que la obediencia no traerá automáticamente bendiciones ahora, que hemos de confiar en él y en la venida de su reino para resolver todas las cosas. Y sin embargo Yahvéh parece haber bajado desde estos elevados principios en los días de Malaquías para tratar de convencerlos de lo lógico que es rendirle devoción a él. Y muy personalmente, Yahvéh mismo había declarado en su propia ley que divorciar a una mujer y luego volver a casarse después de que ella se había "contaminado" era un acto de abominación ante él, y contaminaría a la tierra (Deuteronomio 24:4). Y sin embargo en pleno conocimiento de esto, y con consciente alusión a ella, Yahvéh le pide a su contaminada y divorciada esposa Israel que regrese a él (Jeremías 4:1), aun cuando la tierra había sido contaminada por ella (Jeremías 3:9; 16:18). Aquí vemos la absoluta abnegación de Yahvéh, Dios de Israel, a fin de poder salvar a su pueblo. De modo que el uso que hace el Señor del lenguaje de la época respecto a los demonios es seguramente otro ejemplo de la vehemencia del Padre y del Hijo por comunicarse con los hombres. Nosotros, como Pablo, debemos obtener este espíritu. Dios se reúne con la gente donde ellos estén; y su Hijo no era diferente. Él trata con la gente conforme a las percepciones de ellos, incluso si esas percepciones están equivocadas. Exactamente porque los judíos pensaban que la simple existencia del templo significaba la presencia y aceptación de Dios entre ellos, "por tanto, a causa de vosotros Sión será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas" ( Miqueas 3:12). Y quizás algo similar ocurre en el uso del NT acerca del lenguaje relacionado con los demonios. Para aquellos que piensan que Dios es tan débil que se halla en conflicto con otros semidioses, él los confirma en su errónea percepción. Sin embargo, él se reúne con ellos en donde estén, y para la mente sensible, se revela a sí mismo como el verdadero Todopoderoso. En Filipenses 2:10, se dice que al Señor Jesús se le dio poder sobre todos los seres en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra; bien, en ese caso, Jesús tiene todo poder sobre eso también. El mismo argumento se aplica a los demonios. Si existen, bien, la esencia es que ellos se hallan completamente bajo el control del Señor y no son esencialmente poderosos. Pablo no ridiculiza mucho la idea de un inframundo, más bien toma la posición, como lo hizo Jesús en sus tratos con el tema de los demonios, de que el poder de Dios es tan grande que su existencia efectivamente no es un problema. La gente del primer siglo, y sus predecesores, creía que los demonios y el monstruo Satanás estaban de alguna manera relacionados con el agua; es por eso, se imaginaban ellos, el agua seguía moviéndose misteriosamente, y a veces estallaba en tormentas. Cuando leemos que Dios "reprendía" a las aguas y las ponía en calma o hacían lo que él deseara (Salmos 18:16; 104:7; 106:9), se nos está diciendo efectivamente que Yahvéh de Israel es tan infinitamente superior a esos supuestos demonios y monstruos marinos, que para el pueblo de Dios no tienen existencia efectiva. El Señor Jesús enseñó la misma lección cuando "reprendió" al mar y al viento durante la tormenta en el lago (Mateo 8:26). La misma palabra griega se usa para describir cómo "reprendió" a los demonios (Mateo 17:18, etc.). No tengo duda de que el Señor Jesús no creía que había un monstruo como el del Lago Ness acechando en Galilea, al cual tuvo que reprender a fin de salvar a los discípulos de la tormenta; y asimismo habló de "reprender" a los demonios como una manera similar de enseñar a otros que cualesquiera que sean las ideas que ellos tuvieran acerca de los demonios, él era más grande y estaba en posición de "reprenderlos". Asimismo, él aseguró a sus hombres que ellos tenían el poder para pisar a serpientes, escorpiones, y a todos sus enemigos (Lucas 10:17-20). La imagen de un dios victorioso pisoteando a sus enemigos y serpientes estaba bien establecida en las culturas circundantes, y había entrado en el judaísmo. El Señor está enseñando a esos temerosos hombres que está bien, si esa es la percepción que Uds. tienen de las cosas, bien, en sus términos, Uds. tienen la victoria final por medio de laborar "en Mi nombre". Al exaltar el maravilloso poder de Dios en la vida humana por medio de Cristo, Pablo exalta que "ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados... ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto [Gr. Hypsoma - el punto más alto al que llega una estrella], ni lo profundo [Gr. Bathos - el abismo del cual sale una estrella], ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios" (Romanos 8:38, 39). "La posición de las estrellas se suponía que afectaba los destinos de los seres humanos. 'Lo que sea que se suponga que hacen las estrellas', dice Pablo, "no pueden separarnos [del amor] de Dios" (3). Asimismo, al referirse a "ni ninguna otra cosa creada", Pablo parece que está diciendo que no hay realidad, ni siquiera ninguna realidad en el cielo y en la tierra, que pueda separarnos del afectuoso poder de Dios. A mí me parece, dado los hechos, que Pablo no enseña la existencia de un Satanás / demonios personal, y a menudo deconstruye las ideas comunes acerca de ellos, que Pablo efectivamente está diciendo aquí: 'Incluso si Uds. piensan que estas cosas existen, bueno, no tienen absolutamente ningún poder ni consecuencia, dada la extraordinaria y definitiva naturaleza del poder de Dios'. El Caso del Evangelio de Juan Ha sido reconocido ampliamente que el evangelio de Juan se refiere a menudo a los mismos temas que se hallan en los Sinópticos, pero en diferente lenguaje y desde una diferente perspectiva. El relato acerca del nacimiento virginal como la Palabra hecha carne es uno de tales ejemplos. Otro sería la efectiva repetición de la gran comisión en diferentes términos. Otra más sería la descripción del bautismo por agua como nacido del agua (Juan 3:3-5). Los relatos de echar fuera a demonios, que tenemos en los evangelios sinópticos, no se hallan en Juan; no exactamente así. Pero yo sugiero que la esencia de ello también está toda allí en Juan. La batalla entre Jesús y el "Diablo" se menciona allí con frecuencia. A él se le acusa de estar aliado con el Diablo (Juan 7:20; 8:48; 10:20); pero él clasifica a sus críticos de ser del Diablo (Juan 8:44). Y en ese mismo pasaje él redefine el punto de vista de ellos acerca del "Diablo" como un asunto de tener "deseos" pecaminosos. A Judas se le retrata como "del Diablo" (Juan 6:70, 71; 13:2, 27). Juan habla de una épica lucha entre la vida y la muerte, la luz y las tinieblas, la verdad y el error, la fe y la incredulidad, Dios y el mal / el pecado. En esta lucha, las fuerzas del mal no tienen poder real sobre el Señor Jesús; él es más grande que ellos y los vence hasta tal punto que efectivamente son inexistentes para aquellos que se hallan en él. Los Sinópticos hablan de la oposición a Jesús de parte de los escribas, fariseos, etc. Juan describe esta oposición como el "Satanás Judaico", o el adversario del Señor. Juan presenta la oposición a Jesús de parte de los judíos como algo simbólico del mal y del pecado mismo. Efectivamente, los relatos más literales de los Sinópticos dicen lo mismo; que el Señor mostró que el poder de Dios es tan grande que, efectivamente, los demonios no existen como alguna fuerza práctica en la vida tanto de Jesús como de su pueblo. Juan expresa esto en un lenguaje más épico y simbólico; las fuerzas del mal fueron vencidas y expuestas como impotentes por el Señor Jesús, quien finalmente expresó esto por medio de su muerte. Y quizás es por eso que el evangelio de Juan no menciona que Jesús echaba fuera a los demonios, porque su relato ha dejado suficientemente en claro que, efectivamente, esas cosas no existen (4). Todo el relato de la crucifixión en Juan muestra cómo el Señor dio su vida voluntariamente; los judíos y los romanos no tenían poder para quitársela, y en todo el relato de Juan referente a los juicios y crucifixión, es evidente que es el Señor y no sus oponentes el que tiene total control de la situación. Aun cuando "el Diablo" se ve como un factor en la traición de Judas en contra de Jesús (Juan 13:27, 30), queda claro que Jesús fue entregado [s.w. "traicionado"] "por el determinado consejo [voluntad] y anticipado conocimiento de Dios" (Hechos 2:23). No fue como si Dios diera una batalla perdida con un Satanás personal a fin de proteger de la muerte a su Hijo. La manera en que el Señor Jesús se halla "sentado en el tribunal" como si fuera el auténtico juez (Juan 19:13), es un ejemplo de la forma en que Juan presenta al Señor Jesús en total control; su "levantamiento" en la cruz se representa como un "levantamiento" en gloria, entronizado como Rey y Señor en la cruz (5). Otros ejemplos en que Juan toca este tema de que el Señor tiene el control se pueden hallar en la forma que él confronta a sus captores (Juan 18:4), interroga a sus interrogadores (Juan 18:20, 21, 23; 19:11), obtiene libertad para sus seguidores (Juan 18:8), y causa que aquellos que fueron a arrestarlo caigan al suelo. Notas(1) Umberto Cassuto, Biblical and Oriental Studies (Jerusalem: Magnes Press, 1973) Vol. 1 p. 24. (2) Artículo “Demons and Spirits (Jewish)” en la Encyclopaedia of Religion and Ethics ed. James Hastings (Edinburgh: T. & T. Clark, 1911) Vol. 4 pp. 612,613. El artículo proporciona completa documentación del Talmud para esta afirmación. (3) A.M. Hunter, Romans (London: S.C.M., 1981) p. 87. (4) Esto está desarrollado extensamente en Susan Garrett, The Demise of the Devil(Minneapolis: Fortress, 1989). (5) Para justificación de leer la palabra griega kathizo como verbo transitivo ["sentar a alguien"] véase I. de la Potterie, "Jesus King and Judge According to John 19:13", Scripture Vol. 13 (1961) pp. 97–111 and Wayne Meeks, The Prophet–King (Leiden: Brill, 1967) pp. 73–76.
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