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EL VERDADERO DIABLO Una Exploración Bíblica |
correo electrónico del autor, Duncan Heaster
Contenido Capítulo 2 - Algunas Enseñanzas Básicas de la Biblia Capítulo 3 - Algunas Implicaciones Prácticas 3-1 Algunas Implicaciones Prácticas Capítulo 4 - Demonios Capítulo 5 - Un Examen de los Pasajes Específicos de la Biblia que Mencionan al Diablo y a Satanás Capítulo 6 - Algunas Conclusiones |
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3-1-1 "Ser de ánimo espiritual": La Esencia del Cristianismo La disposición de nuestro corazón, respecto a qué pensamos, es de suprema importancia. Todos llevamos conversaciones con nosotros mismos, a menudo nos llevan a imaginar ciertas situaciones y cómo hablaríamos o actuaríamos con una persona. El resultado deseado de todas nuestras pruebas y experiencias, de nuestra creencia en todas las verdaderas doctrinas bíblicas que constituyen las buenas nuevas, es que debemos ser de ánimo espiritual. Este es el resultado final de creer; de ser miembro de una denominación, de leer la Biblia, de creer en las doctrinas correctas... todas estas cosas son sólo medios para un fin, y ese fin es desarrollar en nosotros la mente de Cristo, que haya "este sentir que hubo también en Cristo Jesús" (Filipenses 2:5). Los inicuos serán rechazados por la disposición de su corazón, más bien que por sus acciones específicas; de ahí que el resumen de Dios de por qué rechazó a la generación del desierto fue este: "Pueblo es que divaga de corazón" (Salmos 95:10). De manera similar, Dios pudo haber condenado a Babilonia por muchísimas acciones pecaminosas, pero su razón esencial y reiterada fue debido a cómo ellos hablaban en su corazón (Isaías 47:10; Sofonías 2:15; Apocalipsis 18:17). Y él dio la misma razón para condenar a Tiro (Ezequiel 28:2) y a Edom (Abdías 3). Mientras más llegamos a conocernos, más percibiremos la importancia de la conversación interior. Yo entiendo el Eclesiastés como un auto-examen de Salomón al final de su vida. Cinco veces en este breve libro él describe cómo "Yo dije en mi corazón..." (Eclesiastés 2:1, 15 [dos veces]; 3:17, 18). A medida que él recordaba y analizaba cómo y por qué había vivido y actuado como lo hizo, se daba cuenta de que era el resultado de su conversación interna, cómo se había hablado a sí mismo en su mente. Su introspección revela precisamente cómo conversamos con nosotros mismos; por ej. "Yo dije en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes" (Eclesiastés 2:1). Todos conversamos con nosotros mismos; y los relatos de las tentaciones del Señor en el desierto son una sorprendente ventana psicológica de la conversación interna del Hijo mismo de Dios. Como sabemos, a cada tentación que surgió dentro de su conversación interna, él contestó con citas de la Escritura. Él vivió plenamente en la realidad las palabras de David: "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Salmos 119:11 -- comp. cómo la palabra de Dios estaba en el corazón de hombres como Jeremías y Ezequiel: Jeremías 20:9; Ezequiel 3:10). Este es, entonces, el fruto final de estar familiarizado con la Escritura, o de la "lectura diaria de la Biblia", lo cual ha sido el llamado principal de cada comunidad cristiana seria. Necesitamos que pasajes como Efesios 5:3-5 tengan plena importancia para nosotros. Fornicación, codicia, y toda inmundicia no deberían "nombrarse entre nosotros", de la misma manera que Israel no había de pronunciar ni siquiera los nombres de los ídolos de los gentiles (Éxodo 23:13) -- "sino antes bien acciones de gracias", sabiendo que aquellos que hacen tales cosas no estarán en el reino de Dios. Una actitud agradecida, pensar y hablar de esas cosas con las cuales tendremos que ver eternamente, es reemplazar lo que pensamos y hablamos acerca de todas las cosas que no serán nuestra eterna esfera de pensamiento en la era del reino. Y sin embargo, nuestra generación enfrenta la tentación como nadie lo había hecho antes; observar y leer privadamente de esas cosas, comprometidos indirectamente con ellas, mientras se hallan bajo la ilusión de que en realidad nosotros mismos no las estamos haciendo. Porque es en esto que se basa la industria del entretenimiento. Hay una extraña yuxtaposición de ideas en Jeremías 4:12-14. Jeremías promete que los horrendos juicios de Yahvéh vendrán sobre su pueblo, por medio de carros, nubes y torbellinos. Pero, ¿por qué? Debido a la iniquidad del corazón / mente de Judá. Ningún otro Dios, ni código penal, estipularía juicios tan extremos "tan sólo" por una actitud interna de la mente. El pináculo del pecado de Judá fue que "penetró hasta tu corazón" (Jeremías 4:18). Esto muestra con qué seriedad considera Dios la disposición del corazón humano. Conversaciones Internas
Conocer la verdad acerca de Satanás nos lleva a estar mucho más en contacto con nosotros mismos, conscientes de la naturaleza de los procesos de nuestro pensamiento y de la crucial importancia de nuestra propia personalidad y carácter. "La conversación interna se basa en sus creencias. Y lo que Ud. verdaderamente cree se manifiesta tanto en sus conversaciones internas como orales" (1). Toda la angustia vital consumida en preocuparse por un Diablo personal externo se pone bajo auto-control y desarrollo espiritual personal. Por cuanto hemos de estar en una relación personal viva con el Padre y el Hijo, respondiendo ante ellos dos de maneras absolutamente especiales. Porque hay tantas respuestas para Jesús como hay huellas digitales humanas. Y es esta respuesta personal, profundamente interna, ante ellos, lo cual queda desplazado si somos simples espectadores en un show, observando alguna batalla cósmica que se desarrolla arriba en el firmamento. Sería justo decir que el Diablo bíblico a menudo se refiere a nuestra conversación interna; lo que es totalmente opuesto a la idea de un Diablo externo. Jesús estableció la crucial importancia de la conversación interna en su parábola del rico insensato, quien dijo para sí que él tenía muchos bienes, y conversó con su propia "alma" la necesidad de graneros más grandes, etc. (Lucas 12:17-19). Si por lo menos nos damos cuenta que nuestra conversación interna es potencialmente nuestro mayor adversario ["Satanás"], entonces encontraremos la fuerza para movernos hacia la genuina disposición espiritual, poniendo en cautividad cada pensamiento hacia la obediencia a Cristo. La fraseología de Pablo sugiere aquí que nuestro "cada pensamiento" no es por naturaleza obediente a Cristo, y esta es su manera de hablar acerca del "Diablo". Deuteronomio 15:9 muestra a Moisés advirtiendo a Israel: "Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso". El término hebreo para "pensamiento" realmente significa "palabra"; la idea es asegurarse de que Ud. no tenga una conversación interna que diga que como el año de remisión viene pronto, por lo tanto Ud. no le prestaría nada a su hermano, sabiendo que tendría que perdonarle la deuda en el año de remisión. Aquí en el A. T. tenemos el equivalente del "Diablo" del Nuevo Testamento. Podemos controlar nuestra conversación interna, pero debemos estar conscientes de que así ocurra. Moisés está diciendo básicamente 'Cuidado con tu propia conversación interna; ve cómo te hablas a ti mismo en frases inconclusas como "El año de remisión se acerca...", resultando en que tú "terminas la frase con acciones desagradables". Percibir la realidad y el poder de nuestra propia conversación interna, es una consecuencia de comprender verdaderamente lo que es el Diablo. Salmos 36:1 advierte: "El pecado habla al impío en su corazón" (Texto hebreo). El camino de Caín implicaba blasfemar por lo que él no conocía (Judas 10, 11). Él no entendía, o no se dejaba comprender, los principios del sacrificio, y así blasfemó en contra de su hermano y de los mandatos de Dios, llegando a ser un verdadero hijo del Diablo bíblico, porque no entendió. Nuestra conversación interna en realidad define dónde vamos en nuestras relaciones. Si seguimos reaccionando ante los acontecimientos, encuentros, estimulaciones, etc., con la misma clase de conversación interna, esto hace un surco en nuestro cerebro, por decirlo así, y termina afectando lo que nosotros somos además de cómo interactuamos con los demás. No es realmente cierto que algunos acontecimientos nos hacen inevitablemente actuar o sentir de cierta manera. Lo que éstos hacen es accionar nuestra conversación interna, esas actitudes, evaluaciones, opiniones, cuadros mentales, reacciones imaginadas, lo cual ya hemos desarrollado en nuestras propias conversaciones con nosotros mismos. Y es esta conversación interna la que entonces dicta cómo nos sentiremos o actuaremos cuando las cosas ocurran o sean dichas. Si en una "conversación interna" tenemos cierta opinión acerca de alguien y sin embargo hablamos y actuamos de manera agradable con ellos, tarde o temprano ya no podremos seguir con el acto. La separación entre su verdadero yo y la imagen que Ud. proyecta se hará tan grande que se producirá toda clase de depresión, ira y disfunción. Recuerdo haber destacado una frase de Soren Kierkegaard, con mucho asombro por lo intensamente cierta que era, y cuánta verdad él pudo compactar en tan pocas palabras: "Una relación inconsciente es más poderosa que una consciente". Esto lo dice todo. Lo que Ud. diga para sí acerca de su esposa, la forma en que Ud. analiza para sí mismo las acciones de su hijo... esto tiene el verdadero poder, mucho más allá de cualquier forma de palabras y conducta exterior que podamos mostrar. Pero lamentablemente, este mundo piensa que en la forma que Ud. dice las cosas es muy importante; es un alejamiento de la importancia y valor crucial del verdadero yo interior. Y sin embargo es otra razón de por qué la conversación interna es crucial para la verdad, para el verdadero desarrollo vivo y espiritual. Y todo esto es una salida de un claro entendimiento del hecho que el verdadero Satanás es el adversario de nuestros propios pensamientos internos, y no algún Diablo externo o alguna persona que cayó del 99 piso al Huerto del Edén. No por nada la Biblia describe a veces nuestra conversación interna como un "Diablo", un calumniador. Porque muchísimo de lo que somos tentados a pensar de otros en nuestras conversaciones con nosotros mismos es difamatorio, falso y negativo. Nuestra conversación interna tiende a generalizar en exceso, a sobre-interpretar, a sacar las cosas de perspectiva, magnificando algunas cosas y minimizando otras. Mientras que tengamos la mente del Espíritu, la mente influenciada por la palabra de Dios más bien que por la palabra de nuestra propia conversación interna, nos conducirá a la verdad, la vida y la paz. La NCV traduce correctamente Proverbios 4:23: "Ten cuidado con lo que piensas, porque tus pensamientos manejan tu vida". Hemos de reunir "los lomos de [nuestro] entendimiento" (1 Pedro 1:13), hacer un consciente esfuerzo por analizar nuestra forma de pensar, controlarlo y juntarlo en Cristo. La intensidad psicológica de nuestras batallas interiores se reconoce en toda la Escritura. Tomemos Éxodo 23:5: "Si vieres al asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien, le ayudarás a levantarlo". Esta ley divina percibía que en tales casos habría la tentación interior de "abstenerse" de ayudar, pero no, "le ayudarás a levantarlo". La estructura misma del hebreo bíblico como idioma es a menudo instructivo respecto a cómo Dios desea que percibamos las cosas. En realidad, no hay una palabra literal en el hebreo bíblico para "pensar"; en cambio, hay una palabra que significa "decir en el corazón de uno". Y hay ocasiones en que la palabra se ha traducido erróneamente por simplemente "decir" (por ej. 1 Samuel 16:6 - La versión NEB la vierte correctamente como "pensamiento"). Esto proporciona una ventana hacia el entendimiento de cómo el término griego logos significa tanto "expresión" como "razón"; y coloca el telón de fondo para la reiterada enseñanza de Jesús de que Dios considera los pensamientos humanos como si fueran palabras habladas o acciones efectuadas. Pero mi objetivo en este contexto es que la Biblia hebrea continuamente centra nuestra atención en los procesos internos del pensamiento; porque aquí está el verdadero "Satanás", el verdadero enemigo de la genuina espiritualidad. Si seguimos diciéndonos algo acerca de nosotros mismos, vamos a actuar conforme a eso. Tanta depresión y enojo es causado por gente que habla negativamente de sí misma en sus conversaciones internas: "Soy malo, no soy bueno, no puedo tener éxito...". Hay una enorme carga de negatividad en el mundo, y crecientemente el valor de las personas va perdiendo valor; somos tratados como un don nadie y se nos lo refriega por las narices. Pero nuestra conversación interna debería estar basada en torno al inexpresable gozo de saber que somos en Cristo, de que estamos seguros en él y con él. Mientras hacemos la fila en el supermercado para pagar, podemos estar diciéndonos: "Él me ama, sí, a mí; yo estaré ahí". Y machacar en nuestro cerebro mientras nos hallamos atrapados en otro embotellamiento, el urgente recordatorio puede ser: "Él murió por mí, probablemente también atormentado por moscas. Él me tiene en mente". O recite para sí un versículo bíblico, cualquiera: "No permitan que el mundo los meta forzadamente en su molde, sino que sean transformados mediante la renovación de su mente" (Romanos 12:2 JB Philips). Esta positiva conversación interna nos facultará para mantener nuestra dignidad humana básica, y también nuestra fe e integridad espiritual ante el rechazo, la calumnia y el rompimiento de las relaciones humanas. Es todo demasiado fácil para ser negativo. Moisés dijo dentro de sí mismo: "Forastero soy en tierra ajena", y su conversación interna lo condujo a la muy pública "palabra" de poner a su hijo el nombre de "Gersón" (Éxodo 2:22). David continuamente se decía a sí mismo que Saúl lo iba a derrotar: "Dijo luego David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl" (1 Samuel 27:1). Y él actuaba conforme a eso, y su negativa conversación interna lo condujo a una situación desesperada. No obstante, parece que después David se dio cuenta de su error y de la importancia de la conversación interna. Porque en Salmos él caracteriza a los inicuos de Israel distinguiéndolos por lo que ellos dicen en su corazón, en sus conversaciones internas. Tomemos Salmos 10: "Dice en su corazón: No seré movido jamás: dice en su corazón: Dios ha olvidado; ha encubierto su rostro; nunca lo verá... En su corazón ha dicho: Tú [Dios] no lo inquirirás" (Salmos 10:6, 11, 13). Note con qué efectividad ora el inicuo a Dios en sus pensamientos: "Tú no lo inquirirás". ¿Cómo podía David estar tan confiado de que él sabía lo que estaba pasando en el corazón de los demás? Seguramente porque se dio cuenta que las acciones son tan ciertamente el fruto de la conversación interna, que él podía a su vez razonar a partir de las palabras y conducta de los inicuos para saber como serían sus conversaciones internas. Tan seguro estaba David, como lo estuvo después el Señor Jesús, que los pensamientos se reflejan directamente en las palabras y en las acciones. Con seguridad, los inicuos a quienes observaba David habrían negado que ellos dijeron semejantes cosas acerca de Dios. Especialmente habrían negado la categórica afirmación de David en Salmos 14:1 que: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios". Porque el ateísmo era inaudito en los comienzos de Israel; fue una perversión muchísimos años después. Pero sus acciones reflejaban una suposición profundamente interna de que Dios en realidad no ve ni sabe todas las cosas; que él simplemente no está observando cuando pecamos. Y la conversación interna de los inicuos es efectivamente "que no hay Dios allá afuera". Como David, el Señor Jesús veía por medio de las acciones de las personas la conversación interior que había detrás de ellas. Él observaba el lenguaje corporal de los fariseos que despreciaban a la mujer arrepentida; Lucas 7:39 consigna que el hombre "dijo para sí... [ella] es pecadora", pero "respondiendo Jesús, le dijo... (Lucas 7:40). El Señor percibió la conversación interna del hombre, y le respondió. Para él, las palabras no pronunciadas del fariseo sonaban alto y claro, y Jesús actuó como si estuviera en conversación con el hombre. Él leyó correctamente la silenciosa desaprobación del hombre como si realmente estuviera diciendo algo, y le respondió como si estuviesen conversando. Por supuesto, podríamos sostener que el Señor estaba facultado por un destello de iluminación del Espíritu Santo para poder leer la mente del fariseo; pero a mí me parece del todo más probable que fue su propia sensibilidad, su propia percepción de la conversación interna de los demás que le permitía saber lo que se estaba diciendo silenciosamente dentro de la mente del hombre. "Dijo en su corazón" es una frase bíblica común (p. ej. Génesis 17:17; 1 Samuel 27:1; 1 Reyes 12:26; Ester 6:6). Además, hay muchos casos en los que leemos que una persona "dijo" algo, pero es evidente que lo dijo para sí mismo, en su corazón. Tomemos el caso de Giezi en 2 Reyes 5:20: "He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa". Con seguridad, Giezi no dijo esto a nadie, solo a sí mismo. O Moisés, de quien se consigna que dijo "La gente ha descubierto lo que he hecho" (Éxodo 2:14 GNB). El comentario de Samuel acerca de Eliab fue presumiblemente también para sí mismo (1 Samuel 16:6); la frase de Saúl, "enclavaré a David a la pared", seguramente la dijo para sí mismo (1 Samuel 18:11); asimismo, su explicación para atrapar a David por medio de su hija Mical fue tramada enteramente en su cerebro (1 Samuel 18:21); otros ejemplos en 1 Samuel 27:12; 1 Reyes 12:26, etc. Sólo Dios sabía lo que esos hombres "dijeron en su corazón"; y no obstante, él lo ha consignado en su palabra inspirada para el conocimiento de todas las generaciones. Sólo en esto vemos que finalmente nada permanece secreto; en el día del juicio, lo que hablamos en la oscuridad (es decir, en nuestra mente) se oirá bajo la luz del reino de Dios (Lucas 12:3). Note cómo Pablo lee aquí las palabras del Señor de esta manera, porque seguramente él alude aquí a cuando él habla de cómo "lo oculto de las tinieblas" son "las intenciones de los corazones", lo que se dará a conocer a su regreso (1 Corintios 4:5). Las implicaciones de esto son impactantes. Los pensamientos e intenciones de nuestro corazón en esta vida quedarán eternamente abiertos y manifiestos bajo la luz eterna del reino de Dios. En ese día, nuestros hermanos verán cada uno de nuestros pensamientos ocultos. Vivir ahora conforme al principio "Yo puedo pensar lo que me plazca, pero no actuaré como pienso, para así mantener las apariencias ante los demás" es, por consiguiente, insensato. Lo que somos ahora en nuestro corazón es lo que finalmente se dará a conocer. Así que bien podemos continuar y actuar según como realmente pensamos, porque por toda la eternidad, lo que pensamos ahora se hará manifiesto para todos, ya que un hombre es tal como piensa en su corazón. La Oración
La oración en gran medida se lleva a cabo en la mente; tal cómo "hablamos en el corazón" así se lee efectivamente como nuestra oración a Dios. Encontramos la frase que se usó respecto a cómo el siervo de Abraham oró "hablando en su corazón" (Génesis 24:45). De este modo, nuestra conversación interna se fusiona en oración; la "oración" de Ana parece haber sido la misma (1 Samuel 2:1). La oración de Salomón pidiendo sabiduría, Dios la describe como "en tu corazón" (2 Crónicas 1:11). Este estrecho vínculo entre el pensamiento y la oración se desarrolla en la enseñanza del Señor en Marcos 11:23, 24: "De cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá". Nuestra conversación interna ha de ser una fantasía acerca del cumplimiento de nuestras oraciones. Sin embargo, con cuánta frecuencia presionamos "enviar" en nuestras peticiones a Dios, como escribiendo a la rápida una postal, y difícilmente volvemos a pensar en ellas? Nuestras Palabras
Es un error común en la batalla cristiana pensar que podemos pensar lo que nos plazca, pero debemos esforzarnos seriamente por controlar nuestras palabras para que nuestros pensamientos no salgan a la luz pública, por decirlo así. Nuestros pensamientos son nuestras palabras; la intención es la acción. En cualquier caso, es un tema bíblico que lo que decimos en nuestro corazón sale a la luz: "Y [Esaú] dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob. Y fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor" (Génesis 27:41, 42). Lo que Esaú se dijo a sí mismo llegó a ser de público conocimiento por medio de sus acciones. A Amán se le describe como "ensoberbecido su corazón" para destruir a los judíos (Ester 7:5); pero la palabra hebrea que se ha traducido como ensoberbecido se ha traducido también como "llevado a cabo". El pensamiento era como si se hubiese hecho. Quizás el Señor Jesús había reflexionado sobre estas cosas, y era esta reflexión lo que le condujo a enseñar que nuestros pensamientos se consideran como nuestras acciones y palabras. Todo esto destaca el simple hecho de que no podemos pensar de una manera acerca de una persona, y esperar que el brutal auto-control de algún modo nos impedirá que llevemos esos pensamientos a la práctica. Quizás este era uno de los muchos ejemplos del Nuevo Testamento que condujeron al Señor hacia su firme convicción de que el pensamiento y la acción son lo mismo. De paso, no tomemos esto sólo como algo negativo. Nuestras intenciones de hacer el bien pueden también, sobre esta base, considerarse como si hubiesen sido llevadas a cabo. De este modo, si tenemos un espíritu generoso, y nos agrada ser generosos con los necesitados, pero simplemente no podemos hacerlo, se considera como si lo hubiéramos hecho. Los pobres generosos de Corinto son un ejemplo notorio: "Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene [para dar], no según lo que no tienen [para dar]" (2 Corintios 8:12). Ya No Más Palabrerías
Lo que decimos en nuestro corazón puede ser que no lo demos a conocer públicamente con esas mismas palabras de la conversación interna. Proverbios 23:6, 7 advierte que una persona malvada le dirá: "Come y bebe", pero su corazón no está contigo, "porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él". En su corazón él está calculando el costo de esos vegetales, esa comida en tu plato, más bien esperando que no te sirvas mucho de los caramelos que él "generosamente" te ofrece con sus palabras de bienvenida. Él piensa de manera mezquina; porque así es como realmente es. Su corazón no está contigo; sus palabras son sólo palabrerías. Nabucodonosor había sido advertido, según Isaías 14:13, que el rey de Babilonia sería derribado porque diría en su corazón "subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono". Pero la prometida caída del rey de Babilonia sólo ocurrió cuando él dijo en voz alta: "¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?". El relato continúa: "Aún estaba la palabra en la boca del rey [es decir, él dijo esto en voz alta], cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor" (Daniel 4:30, 31). ¿Qué era lo que se dijo de él? Seguramente la profecía de Isaías 14, que era una predicción destinada a un rey de Babilonia que viniera a cumplirla. Así, la conversación interna del rey era que él subiría hasta el cielo, pero sus palabras literales eran una admiración de su reino en oposición al de Dios. Y sin embargo él fue juzgado por la conversación interna que se hallaba detrás de sus palabras. Y esta es la clase de juicio implacablemente analítico que un Padre afectuoso nos aplica a nosotros también. La cultura de la palabrería se desmorona con estrépito ante sus penetrantes ojos; porque el mundo nos enseña que todo se trata de cómo presentamos las palabras que escogemos, la imagen que mostramos; pero Dios escudriña el corazón. Dios es el Dios de toda gracia, él juzga (no que él no juzga - ¡ciertamente él juzga!), pero con generosidad. Y la extensión de esa gracia se hace más grande, se le da un mayor telón de fondo, en la medida que más apreciamos cómo él busca y analiza nuestra vida constantemente, siempre llevando nuestras palabras y acciones directamente a la raíz esencial, en nuestra conversación interna. ¿Y cómo hace él esto? Hebreos 4:12 responde: "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón". Por medio de nuestra interacción con la palabra de Dios, nuestra más profunda conversación interna se nos revela (si leemos debidamente, y no como buscando un tranquilizador de conciencia por mirar alguna lectura bíblica sólo por inercia): y no obstante, quizás es por medio de nuestra respuesta a la palabra de Dios que se revelan nuestros pensamientos a Dios. Eso sería como decir que su conocimiento de nosotros puede no ser "automático", por decirlo así, sino que él usa su palabra como el medio, la mecánica, por decirlo así, por el cual él tiene un conocimiento tan penetrante del corazón humano. No es de extrañarse que debamos orar antes de leer la Escritura. El mísero hombre del cual hemos hablado no tenía su corazón "contigo", advierte Proverbios 23:7. La implicación es que si nuestras palabras y acciones son verdaderamente congruentes con nuestros pensamientos, entonces habrá una atractiva apertura respecto a nosotros que nos liga con más facilidad en significativa hermandad con los demás. Lo que a todos nos gusta es alguien que sea real, mientras más real, más creíble. Estamos demasiado acostumbrados a ver por medio de la hipocresía, que queremos una persona real para hacernos amigos, a la cual abrir nuestro corazón y mostrar nuestro yo interior. Y la razón por la que tendemos a no hacer esto es porque nos damos cuenta que la gente no es lo que parece. La humanidad del siglo XXI se ha vuelto demasiado astuta para fingir, urdir palabras, engañar, creando un brillante disfraz. Como nuestra interacción entre personas en estos días se hace crecientemente en línea, ellos confían más en las palabras escritas y premeditadas que en las palabras habladas y en el contacto personal. No hay mucho que podamos hacer respecto a la manera en que se desarrolla la sociedad, pero hay una necesidad apremiante en esta clase de sociedad de ser real, de tener absoluta congruencia entre lo que somos internamente y lo que nos mostramos a nosotros mismos lo que somos en las palabras que pensamos y que ocasionalmente hablamos. Algunas sugerencias prácticas
"Ser de ánimo espiritual" no es algo que se pueda lograr tan sólo porque deseemos forzosamente "pensar espiritualmente". Si pasamos una hora en un encuentro con una persona especialmente inspiradora, o visitamos a una persona moribunda, o presenciamos el asesinato de un hombre, o compartimos profundamente el gozo de otra persona... la impresión permanece con naturalidad en nuestra forma de pensar. No tenemos que forzarnos para pensar en estas cosas; ellas vienen a nosotros de manera natural. Quizás el arte de la vida espiritual está haciendo todas las cosas maravillosas que sabemos que para nosotros son reales, de manera que estamos profundamente bajo la impresión de ellas en nuestra forma de pensar cotidiana. El partimiento del pan tiene por objeto ser como un don especial para nosotros en este sentido. Tengamos su deseado poder. "Haced esto en memoria de mí" Lucas 22:19) es una inadecuada traducción del griego -- "las palabras no indican una simple comida recordatoria en memoria de un hombre que ya está muerto, sino que significan estrictamente 'hacer presente la realidad' de la muerte salvadora de Cristo" (2). Así que permitamos que el pan y el vino sean verdaderamente una aide memoire. Que en la tarde de viernes, en un día de abril, en una colina en las afueras de Jerusalén, hace ya como 2000 años, Jesús murió por mí. Tres días después, un hombre vestido como un obrero, un humilde jardinero, salió caminando de una tumba, quizás después de haber doblado su ropa mortuoria, y vio las luces del alba en Jerusalén parpadeando en la distancia. Y 40 días después subió en medio de nubes como lana de algodón y en un cielo azul, mientras el cuello y garganta de los discípulos que observaban inclinándose hacia atrás a medida que miraban la escena; y él con toda seguridad volverá para llevarlos a ustedes y a mí a su lado. Estas cosas, y sus interminables implicaciones, son lo que llenarán nuestra mente si nos impresionan respecto a que realmente ocurrieron. Si creemos que la Biblia es inspirada, producirá el resultado de lo que Harry Whittaker llamó la "televisión Bíblica"; veremos estas cosas como si hubieran ocurrido ante nuestros propios ojos. Y sin embargo hay algunas cosas más conscientes que podemos hacer y tener presente a fin de "ser de ánimo espiritual". --Basura que llega, basura que se va. Es muy cierto; si llenamos nuestra mente de canciones baratas y telenovelas de este mundo, entonces estos son los temas y frases que tendremos en nuestra conversación interna. Y verdaderamente "tú nunca irás a ninguna parte donde tu mente ya no haya estado". Es por eso que yo no tengo un televisor y no escucho mucho la radio. Use el tiempo sabiamente. Haga pleno uso de CDs de charlas y lecturas de la Biblia. Escuche música cristiana; "hablando entre vosotros [¿una referencia a la conversación interna?] con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones" (Efesios 5:19). --Lea diariamente la palabra de Dios; lleve consigo una Biblia de bolsillo; escoja versículos para alimentar su mente durante el transcurso del día. Pegue versículos de la Biblia en lugares de la casa. --Cuide con quien se junta, porque las malas compañías corrompen los buenos hábitos, y no es bueno suponer que tan sólo porque una persona es bautizada, es automáticamente una "buena compañía". --Si Ud. viaja para llegar al trabajo, use ese tiempo en oración, lectura, escucha o meditación. --No permita que nada --y las obligaciones del trabajo diario es un ejemplo clásico-- se apodere de su mente al grado que Ud. no tenga tiempo para Dios. Es posible ser de ánimo espiritual en medio de vidas ocupadas. --Identifique y manténgase alejado de temas que Ud. sabe que van a conducirlo a una forma de pensar no espiritual. "No deseo conversar de eso en este momento", es una respuesta perfectamente legítima. --Por sobre todo, ore para ser lleno del espíritu / mente de Cristo, abra su mente a la de él, abra la puerta e invítelo a entrar, y él vendrá y morará en Ud. Y poco a poco conoceremos la verdad de Romanos 8:6: "La mentalidad que proviene del espíritu es vida y paz" ( NVI). La disposición espiritual es el sello del Espíritu, la garantía de que estaremos allí eternamente con Cristo en su reino; porque tener a "Cristo en vosotros" es la esperanza de gloria (Colosenses 1:27). Yo voy dando tumbos en lo que ha parecido durante muchísimo tiempo ser precisamente la primera parte de este camino; y pienso que todos Uds. se unen a mí en mostrarnos un tanto reticentes a la altura del llamamiento. Poner todo pensamiento en cautividad de Cristo; poder decir con Pablo "mas nosotros tenemos la mente de Cristo". Pero yo pienso que Pablo llegó allí (al final), y como yo, Uds. probablemente han conocido por lo menos algunos en su experiencia eclesiástica que aparentemente "llegaron allí" al fin de sus días; que tenían "la mente de Cristo", y a quienes pusimos a descansar en el sueño sabiendo que verdaderamente "conocí a un hombre en Cristo". A pesar de todo su fracaso y disfunción, a David se le da el asombroso reconocimiento: "un varón conforme a su corazón" (1 Samuel 13:14; Hechos 13:22). Y recuerde que esta era la propia estimación de Dios respecto a David. Nosotros podemos, realmente podemos, ser "conforme al corazón / mente de Dios". Que encontremos camaradería y verdadero compañerismo unos a otros mientras caminamos hacia esa misma meta, sabiendo que "nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor [Jesús], somos [lentamente] transformados de gloria en gloria en la misma imagen" (2 Corintios 3:18). Notas
(1) H. Norman Wright, Larry Renetzky, Healing Grace For Hurting People (2) Gunther Bornkamm, Paul (London: Hodder & Stoughton, 1982) p. 202.
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